Salvador Reyes tiene una extensa obra que lo sigue, entre sus novelas más populares se destacan “Ruta de Sangre” (1935) y “Valparaíso Puerto de Nostalgia” (1955). Su labor diplomática le permitió viajar por el mundo y en “Crónicas de Oriente” (1973) recoge su paso por India, Birmania, Camboya, Tailandia, Indonesia, Hong Kong, Grecia, Marruecos entre otros lugares de Europa.
Norte y Sur es una novela corta publicada en 1947, tal como indica su nombre, la primera parte del libro se sitúa en el norte del país, el protagonista Tristán Linares es un niño que vive en el ensueño de la infancia, no conoce el límite entre lo real y la fantasía. En paseos por las afueras de la ciudad, Tristán había visto la línea que separa el valle fértil del desierto “Tras ella se extendían las grandes soledades, las sierras áridas, las llanuras, los salares; de allí venían a volcarse sobre la ciudad todas esas historias y leyendas de minas de cateadores, de derroteros, de riquezas, de dramas, que espesan aún más la atmósfera de lo incierto” (13).
El niño siente fascinación por el desierto y más por los minerales que allí se gestan, por otro lado, la figura del minero también es de su interés: “admiraba sus caras curtidas, sus inagotables historias, y el aire alegre y enérgico que los distinguía. Más tarde iba a descubrir el mismo amor de lo maravilloso, la misma agilidad de movimiento ( y aún otras cualidades comunes) en los marineros, y a aumentar así su admiración por los hombres de mar y de las minas, a medida que crecía su desprecio por los campesinos, sedentarios, sórdidos y sucios (23). Aquí el autor, entrega una pista de lo que sucederá cuando Tristán sea adulto.
La suerte de la familia Linares cambia abruptamente cuando Leandro, el minero encargado de situar la mina “La misteriosa” que les daría gran fortuna, es asesinado. Esto, sumado a la muerte del padre produce la gran crisis “fin de la infancia” y el muchacho deberá velar por la madre y la hermana. Cuando ésta contrae matrimonio, el joven puede proseguir en soledad y decide autoexiliarse en el Sur, específicamente en la zona de Magallanes. Luego ocurre la primera guerra mundial, que concluida en 1918, cambiaría las bases sobre las que se sentaba el mundo. Al respecto el narrador señala: “No sólo la vela desaparecía de los mares, sino también el carbón […] El petróleo era la sangre que corría por las arterias del nuevo mundo, del mundo feliz (79)."
En el extremo sur, Tristán conoce a Juan Garró, un mueblista que en otro tiempo fue capitán de un Nitrate Clipper llamado “Trois Frérer”. Herido por un abandono amoroso, la mujer con la que estaba comprometido se casa con otro, el capitán Jean Garraud no vuelve a hablar del asunto, pero cuando el hermano gemelo de Danielle aborda el flipper, Garraud enloquece: “Jacques Bremond cuyo parecido con su hermana Danielle era alucinante; el muchacho que tenía los mismos ojos, la misma boca, la misma alegría que aquella perra maldita” (117). Garraud hostiga al joven Jacques y le obliga a realizar una tarea estúpida, escalar el mástil del flipper en plena tormenta, el muchacho obedece y cuando Garraud vuelve en sí y trata de ayudarlo, el cuerpo de Jacques es arrancado del mástil por el viento feroz y se pierde en la inmensidad del mar tormentoso: “El capitán entreabrió los ojos y vio al teniente al alcance de su mano. Extendió el brazo, pero antes de que pudiera tocarlo, el cuerpo de Jacques Brémond, proyectado por las oscilaciones del navío, se desprendió de la verga y, girando sobre sí mismo, desapareció en el torbellino del mar”. Cuando el flipper llegó a Magallanes, encalló y nunca fue liberado, Jean Garraud no volvió a hablar francés, no volvió a asirse a la mar y se dedicó a trabajar como carpintero.
Tristán logra socavar la pared que se construye Garró y accede a un testimonio frenético. Salvador Reyes consigue en esta breve novela colocar al descubierto el imaginario infantil anulado por el “golpe de la realidad” y la soledad de un hombre que empujado por la ceguera del resentimiento comete un acto cruel e injustificado.