Por Guillermo Correa Camiroaga, Valparaíso
Este día 10 de junio de 2021 se realizó el lanzamiento del libro “REVOLUCIONARIAS. Historia y Narrativas de Mujeres Rodriguistas”, cuya autora es la Antropóloga Tamara Hernández. El libro fue editado por Ediciones Escaparate y a través de su página de Facebook se llevó a cabo esta actividad virtual. El moderador de la presentación fue Javier González y estuvieron presentes en esta ocasión para comentar el libro y entregar sus testimonios: Tamara Hernández, Sandra Trafilaf, Marion, Karen Alfaro y Nathaly Jones.
Tamara durante su intervención manifestó que “Este proyecto surge de una conversación que tuve con Mauricio Hernández, mi tío, cuando estaba en su presidio en Brasil, el año 2017”, agregando que “estuvimos conversando sobre el rol de las mujeres en la política en general, en las organizaciones armadas, y en particular en el Frente (…) pensábamos que había una serie de mujeres, como el caso de Tamara, Cecilia Magni, que había sido igual de importante , o en tanto mujer aún más en su rol dentro de la orgánica, y que no tenía esa visibilidad. Eso es un poco desde donde parte. Me di cuenta que en vez de centrarlo en la figura de una persona era mucho más rico de pensarlo en la idea general de las combatientes, de las distintas mujeres que estaban dispuestas a compartir su historia, lo que era muy excepcional el tener a las protagonistas y entonces acerquémonos a ellas y tengamos ese relato, ese testimonio de primera mano.”
Para la autora hay dos ejes temáticos que le interesa resaltar en este trabajo, uno de ellos tiene que ver con la memoria y el otro se refiere al tema de género. Respecto a la memoria, Tamara expresa que “Acá el foco está más bien en la trayectoria y la vida de las militantes, de las combatientes con las que pude conversar y también de algunas otras que no están con nosotras y en esos casos me acerqué al material de archivo o a familiares que pude contactar.
El enfoque que tiene este libro va más en la línea del testimonio y de la memoria, y en ese sentido valora mucho más las visones que tiene cada una de las combatientes respecto de su experiencia, sobre todo enriqueciendo la mirada el hecho de que estamos mirando al pasado, pero con los ojos de ahora…”
En relación con la temática de género, la autora manifiesta que “Aparte del tema de memoria, de cómo escribir el pasado, el otro tema que me interesa abordar es el de ser mujer en una organización de hombres (…) En nuestras discusiones y también por el perfil de mujeres de las que estamos hablando, había ya de base una deconstrucción de esta noción natural de la mujer, lo natural de lo femenino, ya había de por sí una parte de trabajo por ellas hecho ahí, ya eso estaba en el relato. Lo que sí fue interesante hacer, y que tiene que ver con el tema anterior del cruce de los tiempos, es ir viendo como ciertas ideas habían madurado y cosas que en su momento se justificaban, hoy llamaban más la atención, por así decirlo. Pude notar que ellas destapaban un velo en el sentido de atreverse, no a criticar, pero sí a decir oye, sí, esto en verdad no correspondía. Era muy presente esta noción de que por ser mujeres tenían que asegurar o confirmar su valía mucho más constantemente que los compañeros hombres.
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Nathaly Jones, traductora, licenciada en lengua y cultura alemana de la universidad de Playa Ancha, directora de la revista “Mala”, quien se encuentra actualmente realizando un proyecto audiovisual respecto a la lucha guerrillera internacionalista, donde incluye a Cecilia Magni, Comandante del FPMR, y a las alemanas Tamara Bunke y Mónica Ert, combatientes internacionalistas que formaron parte del ELN en Bolivia, refiriéndose al libro de Tamara Hernández expresó lo siguiente:
“Un elemento central presente en este libro, que concuerda totalmente con mi investigación, es el ejercicio de recurrir a la Memoria Histórica, no solo para recordar a las víctimas o a la derrota, sino que para narrar historias de mujeres como protagonistas, narrar historias de ficción basadas en hechos reales, como un ejercicio de Memoria en medio de sociedades tan desmemoriadas como consecuencia de una forma globalizada de control y de represión. Ofrecer otra perspectiva de la historia, rescatando sujetos olvidados, dando a conocer a protagonistas en medio de su humanidad, con una mirada personal, que es lo que invita a la empatía y que es lo que finalmente conmueve, y al mismo tiempo, por qué no, entregar estas experiencias a las nuevas generaciones que hoy continúan en este camino de lucha.
Otro elemento en el que concordamos es el rescate de la actitud y de la profunda convicción de triunfo de estas mujeres. Por ejemplo, la misión clandestina de Tamara Bunke en Bolivia, el ajusticiamiento de Quintanilla en Hamburgo, ejecutado por Mónika, la logística de la Comandancia de Cecilia Magni en el atentado a Pinochet fueron algunos de los hechos más inspiradores para varias generaciones, cuya razón se sustenta en las acciones, pero también en quienes las ejecutaron. El hecho de que fueran mujeres era un mensaje implícito que corría los límites de lo posible.
Quienes trabajamos con la historia, la reconocemos como la ciencia que revisa el pasado de la humanidad y lo interpreta con la perspectiva que nos da el presente, por esto se dice que el pasado es presente. Por esto es tan importante rescatar los testimonios de las mujeres de nuestra historia, con nuestros ojos, con nuestra perspectiva de hoy. Este libro es una demostración inequívoca de este flujo.
Tamara recopila testimonios de mujeres que afirman que no sintieron discriminación como combatientes por ser mujeres, que fueron tratadas como iguales por sus compañeros, así vivieron y así experimentaron ese momento, hace cuarenta años atrás, pero al calor de la conversación, con la perspectiva de hoy, con nuestro enfoque de género instalado en los últimos años, reflexionan y señalan una serie de elementos que, sin renegar por cierto, las lleva a decir que igual había machismo en la organización…”
Karen Alfaro, doctora en historia, profesora de la Universidad Austral de Chile, integrante de la Red de Historiadoras Feministas, autora del prólogo del libro, durante su exposición manifestó: “Me parece que Revolucionarias, el libro de Tamara, viene a romper la cierta comodidad de la amplia producción en temas de género y en historia de las mujeres, que muchas veces aparece hegemonizado por un feminismo liberal o por una historia institucional de las mujeres, que oculta, opaca, precisamente, el rol de las mujeres en tiempos de revolución social y los combates de las mujeres, principalmente en el período de la dictadura”, agregando más adelante que “esas conexiones sensibles respecto a cómo pensar la revolución, los proyectos revolucionarios, adquieren en el actual contexto país un debate necesario y relevante, precisamente como señalaba estos discursos hegemónicos respecto a las mujeres que muchas veces tienden a homogenizar, tienden a hegemonizar la idea de una sola lucha, y como se ha dicho históricamente el género nos une, pero la clase y sobre todo la vocación revolucionaria nos separa. Por eso me parece necesario pensar este libro a partir de esos aportes.”
Las entrevistas a las diferentes protagonistas de esta historia de mujeres que participaron en la lucha armada, impulsada en este caso por el FPMR, comenzaron realizarse a partir del año 2018 y luego de más de tres años de trabajo se materializó en el libro de Tamara Hernández.
Transcribo a continuación las intervenciones de Sandra Trafilaf y de Marion, dos ex combatientes rodriguistas que aportaron sus testimonios para la elaboración de este libro y que participaron en el lanzamiento virtual del mismo el pasado viernes 10 de junio.
Sandra Trafilaf, comunicadora popular, poeta mapuche, educadora popular en organizaciones de mujeres campesinas y de pueblos originarios, integrante de la Red de Medios Libres y Populares, al hacer uso de la palabra manifestó:
“La publicación de este libro es muy necesaria, una deuda con nuestras hermanas, sobre todo con nuestras hermanas caídas, aquellas que han ofrendado su vida, que ofrendaron sus sueños y sus proyectos inconclusos a una causa libertaria.
(…) Antes de hacer el comentario del libro me gustaría trasmitirles a ustedes unas palabras de otra combatiente, de una de nuestras combatientes que nosotras admiramos mucho, que es Fabiola, la única mujer que participó en una de las acciones más importantes del Frente Patriótico Manuel Rodríguez, del tiranicidio, y ella quiso también hacerse presente en esta oportunidad con algunas palabras, a través del siguiente audio que les hago escuchar:
“16 de junio de 1987, Cecilia Magni, Camila y yo compartíamos un departamento en el centro de Buenos Aires. Esa mañana, a través de la prensa, nos enteramos de algunos enfrentamientos en Santiago de Chile. Todo era confuso, no había certeza de lo ocurrido, los números nos perturbaban, cómo que 12, eso era demasiado, debe haber alguna equivocación. Esas tres mujeres, cada una con sus peculiaridades, misiones diferentes, orígenes distintos, y también lo fueron nuestros destinos, pero las tres unidas por el mismo sueño.
Cada una en nuestro mundo rompimos las reglas establecidas por la sociedad patriarcal y mediocre de la época, no fuimos lo que se esperaba de una “señorita”. Creo que a ninguna le importó mucho ese detalle.
24 años después nuestros sueños siguen vivos. Cada vez que veo una Primera Línea la emoción me invade y sé que nada fue en vano.”
Luego de escuchar el audio enviado por la compañera combatiente Fabiola, Sandra Trafilaf continúa con su relato:
“Para este libro me di además la tarea de conversar con algunas de mis hermanas sobrevivientes, algunas de mis hermanas combatientes, porque creo que es una gran responsabilidad, y este libro, “Revolucionarias”, es una gran deuda para el rol de las mujeres en estas luchas de liberación.
Es un honor poder ser la voz de mis hermanas sobrevivientes que hoy prefirieron quedare en el anonimato, dejando el testimonio de su paso por el FPMR, pero también hay que asumir una tremenda responsabilidad de hablar por aquellas hermanas que hoy llevamos en la memoria, como decía Fabiola, que son parte de la historia colectiva y popular, cuyas vidas fueron truncadas al ponerse al frente del combate contra la dictadura.
A pocos días de cumplirse 34 años del oprobio asesinato de 12 combatientes del Frente Patriótico Manuel Rodríguez, en lo que el pueblo llamó “Corpus Christi”, no puedo empezar esta intervención sin rendirle un merecido homenaje a Esther Cabrera, Patricia Quiroz, Elizabeth Escobar, Ignacio Recaredo Valenzuela, José Joaquín Valenzuela Levi, Patricio Acosta, Juan Waldemar Henríquez, Wilson Henríquez Gallegos, Julio Guerra Olivares, Ricardo Rivera Silva, Ricardo Silva Soto y Manuel Valencia Calderón ¡honor y gloria a nuestros hermanos y hermanas caídas! Ellos sin duda son el mejor ejemplo de la consecuencia por quienes seguimos levantando las banderas de la justicia social, de la verdad, y nos mantenemos en resistencia para continuar dando pasos en un proyecto de liberación que sin duda sigue más vigente que nunca.
Se agradece este libro que viene a dar cuenta de la participación de mujeres en los combates que libró el FPMR. Siempre hablamos, comúnmente, de los heroicos combatientes, masculinizando las luchas en una impronta cultural que por cierto forma parte de la ideología dominante patriarcal.
La colonización de los pueblos en estos territorios llamado Latinoamérica trajo también esta práctica de invisibilizar el rol de las mujeres en la comunidad, su rol político, el estratégico y el económico.
Por cierto, el FPMR no estuvo exento de esta colonización del pensamiento y supremacía del patriarcado, sin embargo agradecemos que haya habido un contexto latinoamericano que antecedió a la creación del Frente, y podemos contar con la gesta de mujeres cubanas, salvadoreñas, nicaragüenses, guatemaltecas, mexicanas, uruguayas, brasileñas, colombianas, que abrieron camino para soslayar este destino que necesariamente nos conducía a convertirnos en “señoritas de bien”. En vez de ello pudimos integrarnos a la lucha armada sin cargar con estigmas peyorativos.
Hoy, tres, cuatro décadas después, está naturalizado que las mujeres servimos para algo más que repartir pan y te en la estructura partidaria. Se debate la inclusión de género y se pelean codo a codo los derechos, pero tres, cuatro décadas atrás, no era tan fácil asumir roles destinados históricamente a los hombres en la política.
Si miramos las revoluciones y los procesos de liberación en los distintos territorios, siempre habrá mujeres empuñando armas. Sin embargo, por alguna razón terminamos relegadas, invisibilizadas o subsumidas a la hora de hacer el recuento épico.
¿Cómo, por qué llegamos a tomar las armas y nos integramos a ser parte de la lucha armada durante la dictadura? Conversando este tema con alguna de mis hermanas del FPMR, hemos concluido, en estas conversaciones formales, informales, telefónicas, que la conciencia de clases es fundamental, porque reafirma la convicción de la liberación. Sin embargo, la formación en la primera infancia, las experiencias del entorno, la trasmisión de información y nuestro lugar en nuestros respectivos hogares, también son parte importante de la base de esta determinación.
Crecimos y llegamos a la adolescencia en medio de las dictaduras más brutales de la historia reciente en los territorios del continente. Salimos de la infancia con el horror pegado en la mirada. Asesinatos, desapariciones, torturas, campos de concentración, cárceles, la pobreza y la precariedad de las poblaciones hacía crecer la rebelión. Dijimos ¡basta!, como ocurrió recientemente el 18 de octubre de 2019.
En algún momento se llega a un punto en que ya no hay retorno. Las injusticias fueron colmando al pueblo esclavo y se avanzó para terminar con la barbarie. Ya no podíamos seguir poniendo la otra mejilla y vimos que no había futuro posible si se mantenía la dictadura. Los sueños, la certeza que existe la posibilidad de cambiar la realidad y concretar los proyectos para ser felices fue sin duda el motor. Lo hicimos cagadas de susto, porque no es posible no tener miedo, sobre todo aquellas que ya habían sido madres y tuvieron el coraje de exponer todo su mundo para pensar en otro futuro.
Como combatientes, en mi caso cumpliendo la función de integrar los Grupos Operativos, la militancia en el Frente fue un paso que moldeó también el carácter. Obviamente siempre había que demostrar que podíamos cumplir con la tarea y por eso tuvimos el respeto y el reconocimiento de nuestros compañeros, que se transformaron en hermanos al calor de la lucha. En algunos casos nuestra juventud fue vital, el arrojo de la juventud, con 17, 18, 19 años, cumplimos con misiones que siempre significaron arriesgar la vida.
Las mujeres estuvimos en todas las estructuras del FPMR, en sanidad, exploración, inteligencia, logística. Sin esa labor y sin ayudistas, que en su mayoría fueron mujeres, sin duda que toda la gesta heroica del FPMR no habría podido ser posible. Esa gran infraestructura era movida por mujeres y hombres que en cada tarea, por simple que pareciera, significó arriesgar la vida propia y la de la familia.
En tanto mujeres, también es necesario hacer una pausa para enfatizar que la represión castiga brutalmente la decisión de ser parte de grupos armados, y al momento de ser capturadas por el enemigo, fuimos mayoritariamente sometidas a la violencia política sexual, bajo la lógica de la dominación patriarcal, de tomar nuestras cuerpas para vejarnos y dejar una cicatriz sicológica que nos recordara par siempre la osadía de invadir ese mundo, desde esta mirada d la represión, de este militar, de este macho. Sin embargo, nunca nos encasillamos en la categoría de víctimas, nunca nos vamos a encasillar tampoco en esa categoría; tampoco ponemos en ese sitio a nuestras hermanas caídas, ellas son y serán protagonistas de una historia que se selló con sangre, como siempre lo hacen los pueblos que se revelan y se alzan.
Son el legado a las nuevas generaciones. Su entrega y sus vidas debieran llenar los libros de historia. Por eso hoy día un saludo especial a Rosana Fariña y a su familia, que han mantenido viva la memoria de Tatiana, creando la Beca Tatiana Fariña en su liceo de origen, República de Grecia, en Chiguayante, traspasando la historia a las actuales liceanas que hoy transitan los mismos pasillos que recorrió la tierna Tati.
Como es protagonista la Comandante Tamara, con su generosidad, con su valentía, con su entrega; o Elizabeth, siempre entera y reflexiva; Patricia, tan llena de osadía; Ester, con sus ganas de formar una familia.
En justeza podemos decir que si bien pudimos ver conductas machistas al interior del Frente, siempre tuvimos el respeto y el reconocimiento de nuestros hermanos y por ello, en particular, se les manda un saludo especial a todos aquellos que nos formaron en ese camino, trasmitiendo sus conocimientos y experiencia, para que nos convirtiéramos en esto que somos, una combatiente rodriguista.
En esta idea de reconstruir esta memoria histórica colectiva, atravesada por la colonización del pensamiento, pero también por los vaivenes de la política tradicional, el FPMR, si bien nació como otra estructura desechable que el PC, el Partido Comunista ponía en la escena para golpear la mesa, se convirtió en una instancia autónoma que fue recreando su propia existencia. Fue un proyecto inédito en nuestros territorios, fue un proyecto nacional. A parte de la resistencia mapuche, no se había logrado mantener otra estructura de características similares en el contexto dictatorial, y en el tiempo. El MIR fue rápidamente desmantelado, nació el Lautaro con una propuesta rebelde y libertaria, y el Frente mantuvo su paso en la lucha armada construyendo un nuevo camino, instalando nuevas capacidades, que se alejó de la militancia tradicional, en un partido cuya elite siempre negó su paternidad; fue un patrón de fundo negando su descendencia. Dejándolo a la deriva en momentos de tener que soportar los embates represivos.
Y que hoy podemos volver a verlo en una actitud arrogante y prepotente de su principal figura presidencial, quien con todo desparpajo niega la calidad de prisionero político de nuestro hermano, el Comandante Ramiro, Mauricio Hernández Norambuena, dejándolo en el desamparo ante la sed de venganza de la derecha, quienes solo quisieran poder festinar viendo a nuestro hermano secarse en una cárcel, cual rehén de sus captores, sometido a una tortura permanente.
Para terminar solo dejar claro que no somos ni seremos seres dotadas con un don especial o sobrenatural, fuimos jóvenes de distintas edades, mujeres de familias pobres, precarias, con algunos recursos o con recursos, que venimos de hogares donde lo fundamental fueron trasmitir valores y principios con un sentido de clase, y con la convicción de que debíamos terminar con la barbarie, pero también con la convicción de que nos merecíamos un futuro en plenitud de derechos, que merecíamos ser felices, vivir en un mundo mejor, y que sin duda teníamos derecho a tenerlo todo.
La lucha antidictatorial no ha cesado, porque siguen presentes las injusticias, el modelo, la Constitución, las leyes y empresarios sedientos de llenarse los bolsillos a costa de las vidas, las energías de la clase trabajadora. La pandemia hoy día es un claro ejemplo, han puesto restricciones, toque de queda, salvoconductos, pases sanitarios, solo tras el objetivo del control social, sin importarles nuestras vidas, nuestra recuperación, nuestra salud. Abren cuarentenas si quieren vender, cierran las comunas si quieren controlar. Sin ir más lejos, el 30 de junio se cumple el plazo para terminar con el Estado de Excepción y el Congreso debe tomar una decisión si continuar por la vía represiva o finalmente respetar y honrar la vida de las y los habitantes.
La vida carece de sentido para quienes nos gobiernan hoy y nos ofrecen caramelos para endulzar la esclavitud; nos hacen consumir matinales, programas basuras, nos mutilan, nos asesinan, nos encarcelan y siguen con sus jingles y arcoíris para haceros pensar que algo cambia, para cambiar nada. Una cosa es ganar elecciones y otra muy distinta es gobernar. Me parece que hace falta más diálogo, más reflexión con Salvador Allende, para aprender de su experiencia y cómo fue que llegamos al golpe de estado. La memoria a corto plazo nos cercena los análisis, la clase dominante nunca dará algo a cambio de nada. Los pueblos debemos aprender esa lección para evitar quedar obnubilados por parte de Pactos de Paz social que solo pretenden aplastar rebeliones.
La contingencia política ha estado centrada en distintos cambios y hoy día las mujeres vuelven a alzar las banderas, vuelven a hacerse presentes en las calles de la dignidad, en las plazas de la dignidad. Hoy día las mujeres, en las últimas tres décadas, han avanzado en distintas peleas y hoy día hablar del rol de las mujeres en política evidentemente tiene otra mirada y otra connotación. Nuestras hijas, nuestras nietas, sin duda han llegado a un mundo distinto, con más avances y con más conquistas y derechos en su cuerpa, en sus mentes y eso nos hace saber que hemos avanzado y hemos transitado por la senda correcta, que es la liberación de los pueblos.
Luego de la intervención de Sandra entregando su testimonio y comentando el libro, junto con el saludo enviado a través de un audio por la compañera Fabiola, hizo uso de la palabra Marion, también ex combatiente rodriguista, socióloga, magister en filosofía de la U. de Chile y doctora en filosofía, mención en moral y política, quien refiriéndose al libro expresó lo siguiente:
“La historia la hacen los pueblos dijo el presidente Allende en su último discurso. Es cierto, pero también es cierto que la historia la escriben los vencedores, los que tienen el poder. Sin embargo, hay algo que las historias oficiales no pueden impedir, y esto es la memoria de los pueblos, el relato popular. Ellos construyen su propia crónica y como los rapsodes de la antigua Hélade, o los trovadores y juglares de la edad media, van construyendo otra narrativa, la cual va rescatando y contando las verdades ocultas, los sucesos tergiversados.
En nuestros días es posible la recuperación de hechos ignorados a través de los valientes, porque son valientes, documentalistas, los escritores, los videistas, las redes sociales que juegan un importante papel. En la actualidad, contando, afortunadamente, con tantos instrumentos tecnológicos, las posibilidades de registrar los acontecimientos más significativos está no solo en los que manejan espuriamente los medios de comunicación, sino también en manos de nuestros artistas, intelectuales, trabajadores y pobladores de nuestro pueblo.
Hoy asistimos a uno de estos rescates, este libro es parte de ello. La historia oficial, la intención de los sucesivos gobiernos, a partir de1990, ha sido la invisibilización del FPMR, nuestro querido Frente Patriótico Manuel Rodríguez, restándole importancia a la lucha libertadora de la organización rodriguista. En esta acción mayor aún ha sido la tentativa de invisibilizar la participación de las mujeres.
La importancia del libro de Tamara está en la estructura del relato, del cual relevo dos aciertos. Primero: la relevancia de la vida y sentires de las ex combatientes, sin pedir un enfoque mayor, en una reflexión política profunda, situación que quiérase o no, siempre va a estar presente, dejando en cambio el análisis político a cargo de la autora, el que se va tejiendo y entrelazando entre uno y otro relato. Así logra, sutilmente y con mucha delicadeza, una conversación abierta y plena de complicidad, donde las entrevistadas sienten que su conversación no solo es acogida, sino que adquiere una relevancia que en cierto sentido había sido modestamente percibida. Recuperar los sentires, las experiencias y la importancia de vida que tuvo cada una de estas integrantes nos instaló en una dimensión en que se aparta del relato heroico y protagónico, lo cual posibilitó el anclaje en la interioridad de las rodriguistas, configurando así una riqueza en la narración y contribuyendo a situar la toma de decisión de este ingreso a la lucha en el contexto político de la dictadura cívico militar, valorando la relevancia que en ese momento tenía esa toma de decisión, generalmente vista como un accionar del género masculino.
En lo personal fue el regreso a una parte fundamental de mi vida, sumergiéndome en las profundidades de un recuerdo siempre presente, con marcas indelebles que me han arropado y cobijado en momentos de desencantos, y manteniéndome al abrigo de las ambigüedades y renuncias en medio de las maniobras politiqueras en contra de las aspiraciones y necesidades del conjunto de la sociedad.
La llama de Manuel brilló con nuevos destellos en la calidez de esas conversaciones, que iban recogiendo fraternalmente momentos esenciales en la construcción de una mirada revolucionaria, abrazada sin vacilación. Al alcanzar la profundidad reflexiva de esa actitud decidida de entrega y amor por la organización, se fue perfilando las características, tanto del Frente, como de los sentimientos y conflictos interiores de las combatientes, sujetas a los rasgos dominantes de la problemática de las últimas décadas del siglo veinte. Tal ensamblaje permite, a través del proceso escritural, la comprensión del significado de la vida de las combatientes del FPMR y del carácter del rodriguismo.
Segundo: este libro nos entrega un derrotero que nos encamina a percibir una continuidad de la lucha en el estallido del 18 de octubre, cuando el pueblo se representó a sí mismo, como sujeto soberano. Cómo no recordar las palabras del Comandante Rodrigo cuando declaraba “pondremos la dignidad del pueblo tan alto como la cordillera de Los Andes”, solo que esta vez el pueblo mismo era el que alzaba la dignidad como su bandera. Palpamos la alegría en esa territorialidad que fue la Plaza Dignidad, la hermandad y el coraje de jóvenes que, con fuerzas infinitamente menguadas e inferioridad numérica, se aprestaban al combate, a la autodefensa popular.
Esa actitud consiguió, a pesar de toda la majadería del consenso instaurado por la derecha, que la gente amara la Primera Línea, entendiendo que la mayor violencia provenía desde los que detentan el poder.
Esa alegría, esa fraternidad, ese valor para asumir con coraje lo que es necesario es parte esencial del rodriguismo, una parte que nunca se dio por extinguida y que los vientos de octubre nos señalaron su frescura y vigencia.
Este ethos identitario rodriguista se trasluce prístinamente entre la emergencia de los relatos y la analítica de la autora. El libro de Tamara es una escritura testimonial, un documento de archivo, con un guiño hacia el futuro. Es para mí un honor y un orgullo haber sido partícipe de uno de sus capítulos.”