La empujaron y golpearon, luego la sacaron del hotel, para conducirla a la prisión. Pero uno de los soldados le golpeó repetidas veces en la cabeza con la culata, sangrando de boca y nariz, fue levantada e introducida en un vehículo donde le dispararon a quemarropa. La noche del 15 de enero de 1919 los hombres del cuerpo de asalto asesinaron a Rosa Luxemburgo. Arrojaron su cadáver desde un puente al canal. Al día siguiente todo Berlín sabía que la mujer que en los últimos veinte años había desafiado a todos los poderosos, estaba muerta. Mientras se buscaba su cadáver, un Bertold Brecht de 21 años escribía:
La Rosa roja ahora también ha desaparecido, dónde se encuentra es desconocido.
Porque ella a los pobres la verdad ha dicho, los ricos del mundo la han extinguido.
Meses después el cuerpo descompuesto fue encontrado, se podía reconocer los guantes de Rosa, parte de su vestido. Fue identificada y se le enterró el 13 de junio 1919.
Hace sólo diez años que una investigación oficial concluyó que las tropas de asalto, que habían recibido órdenes y dinero de los gobernantes socialdemócratas, fueron los autores materiales de su muerte.
Este año más de 100 mil alemanes acompañaron la marcha en su recuerdo.