Basta mirar el mapa de nuestro continente:
Hay una Latinoamérica que ya no olvida que la Unión hace la Fuerza
La integración latinoamericana encabezada por los países progresistas avanza más y mejor que los retrógrados y los indecisos.
Cuando la Asamblea General de la OEA recibió el informe final sobre el ataque de efectivos militares colombianos sobre un campamento guerrillero en territorio de Ecuador, la unanimidad de las naciones latinoamericanas, con la sola excepción de Colombia, acordó condenar la incursión que constituía una ilegítima violación de las fronteras de una nación soberana.
El Secretario General de la OEA, el chileno Jose Miguel Insulsa, confesó a los periodistas del diario brasilero O Globo, que la mayoría de los jefes de estado
latinoamericanos, en forma extraoficial, le habían declarado que aceptar como legítima defensa que Colombia invada a un país vecino, pasaría a ser el prólogo para que cualquier otro país latinoamericano pueda ser igualmente invadido bajo la figura de perseguir supuestos terroristas.
Igualmente, Insulza recalcó que los guerrilleros de las FARC, de acuerdo a la terminología latinoamericana, no constituyen un grupo terrorista sino una organización de insurgencia armada, de carácter básicamente político, y que, por lo tanto, los líderes de las guerrillas no están jurídicamente descalificados para dialogar con el gobierno colombiano en busca de un acuerdo de paz.
Más allá del triunfo jurídico y diplomático de Ecuador, la solución en principio de la crisis andina tuvo enorme importancia sobre todo por haber demostrado una potente voluntad de integración y de defensa de los países más pequeños y débiles ante otros países que se han convertido en verdaderas potencias militares como es el caso de Colombia, cuyas inversiones en armamento han triplicado las de países como Venezuela y Chile.
De hecho, en la OEA la postura del gobierno de George W. Bush resultó completamente aislada, junto a Colombia, y por segunda vez, Latinoamérica impone sus propios puntos de vista desafiando las más fuerte presiones de Washington. La vez anterior fue la Cumbre de las Américas del 2005 realizada en Mar del Plata y Buenos Aires, donde los países de nuestra región descartaron definitivamente la propuesta estadounidense de instaurar el ALCA, que implicaba liberar completamente de impuestos las importaciones provenientes de Estados Unidos.
Integración para la Defensa
Por iniciativas conjuntas de los gobiernos de Venezuela, Brasil, Argentina y Cuba, ya generaron poderosos instrumentos de integración y de ventajas recíprocas, como es el caso de Petrocaribe, que ha resuelto la crisis energética de América Central y las islas caribeñas, así como el proyecto de Anillo Energético, que viene a socorrer la crisis energética que sufre Chile, gracias al traspaso de gas argentino, mientras argentina a su vez importa gas desde Bolivia. Una tercera y aún más importante iniciativa de integración fue la creación del Banco del Sur, como instrumento latinoamericano que viene a desplazar al Banco Interamericano de Desarrollo (BID) manipulado por Washington.
Pero la parte más impactante del panorama de integración es la constitución del Consejo de Defensa de América del Sur, que articula una alianza estratégica de carácter militar, de defensa mutua y de desarrollo en la geopolítica regional. De hecho, el lunes 24 de marzo se inició en la Academia de Guerra del Ejército chileno el primer ejercicio conjunto de fuerzas armadas de Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Chile, Ecuador, Paraguay, Perú, Uruguay y Venezuela, orientados a la acción rápida de auxilio a la población en caso de desastres.
Es decir, poco a poco, los países que han sido vanguardia de integración, Argentina, Bolivia, Brasil, Cuba, Ecuador, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Uruguay y Venezuela, está consolidando y dando temple a una Latinoamérica que por primera vez podrá perfilarse como potencia de nivel mundial.
Ante esos países, unidos e integrados, Colombia y Perú aparecen aislados por sus políticas demasiado obsecuentes en relación no con Estados Unidos sino específicamente con el ya moribundo régimen de George W. Bush.
Infortunadamente, Chile sigue apareciendo como un país indeciso.