Santa Jaquie: la mujer de piedra

La renuncia de la cuestionada Intendenta de la región, Jacqueline Van Rysselberghe, pretende ser presentada como un gran gesto por los manipuladores comunicacionales del gobierno y la derecha. Lo cierto es que la Van Ryselberghe no tenía otra alternativa para tratar de salvaguardar el futuro de su carrera política.

Era un hecho irrebatible que la acusación constitucional en su contra se ratificaría en el Congreso. Ello porque algunos parlamentarios de Renovación Nacional rechazaban la gestión y manejo que la ex intendenta tenía en el desempeño del cargo y sus votos contrarios la condenarían a perder. Si la acusación prosperaba, la Van Rysselberghe quedaría inhabilitada para ejercer cualquier cargo público por un espacio de cinco años.

Esa perspectiva es la que empuja y obliga a la Van Rysselberghe a renunciar. Sus pretensiones presidenciales tendrá que posponerlas porque ya no contará  con el beneplácito de RN dentro de la alianza de derecha. Sin embargo, sus pretensiones senatoriales ahora las puede mantener intactas ya que no estará inhabilitada para postular al cargo y, en ese ámbito, será fácil para la UDI doblarle la mano a sus aliados de RN para imponer a su predilecta. Esto no es extraño puesto que sus defensores internos en el udismo se ubican en los niveles de dirección máxima y, coincidentemente, es la misma camarilla formada en dictadura al servicio de Pinochet; y eso tampoco es extraño.

Pero este episodio de la renuncia no puede ser utilizado para tratar de ocultar los oscuros manejos de la Van Rysselberghe durante su gestión como intendenta y antes como alcaldesa de la ciudad de Concepción.

Mientras fue alcaldesa hizo gala de un despotismo y soberbia singular que le ganó la enemistad hasta de sus propios partidarios y aliados. Pero también supo ganarse adeptos y fieles seguidores. El recurso de las prebendas para conseguir votos, lealtades y obsecuencia viene siendo utilizado por Jacqueline Van Rysselberghe desde que se adueñó del municipio, hace más de diez años atrás. Luego el cinismo, la falsedad y la mentira han sido los recursos preferidos para ocultar los manejos y eludir responsabilidades.

Desde que llegó  a la Intendencia regional puso al descubierto todos los atributos de la nueva forma de gobernar: rodearse de un grupo de incondicionales, manejar la región con autoritarismo y repartir prebendas en función de su futuro político. Las necesidades de la región, de la reconstrucción, de los afectados por el terremoto del 2010, solo fueron un buen escenario utilizado por la ex Intendenta para poner en ejercicio planes personales y aspiraciones políticas. Así ha quedado al descubierto con las denuncias públicas que se han conocido en los últimos días. No solo aquellas que daban pie a la acusación constitucional en su contra sino, además, denuncias que han surgido de connotados políticos locales miembros de la alianza gobernante a que pertenece la aludida (como las señaladas recientemente por Patricio Lynch, Concejero municipal, de la UDI, o las de Claudio Eguiluz, presidente regional de RN).

Por lo visto, la Van Rysselberghe trasladó las prácticas del municipio hasta el gobierno regional cuando fue ungida por Piñera como su representante en la zona. No cabe sino reconocer que es una genuina representante de lo que Piñera representa, tanto así que a pesar del escándalo que la Van Rysselberghe ha generado, el mandamás la mantuvo hasta hoy en el cargo; así el círculo se cierra por sí mismo.

Con todos estos antecedentes sobre la mesa, es evidente que la nueva forma de gobernar resulta ser más vieja que el hilo negro. Es el mismo estilo del cohecho, la prepotencia, la falsedad y el abuso que han usado los poderosos de este país para hacer zambacanuta desde el año de la cocoa. Por eso la Van Rysselberghe, haciendo gala de su acostumbrado cinismo y de su imperturbable cara de piedra, no se inmuta. “Yo siempre gano” ha dicho como respuesta a los críticos de su partido. De modo que las críticas, el escándalo, la desaprobación ciudadana la tienen sin cuidado.

Lo más probable es que todo este tiempo que se tardó en renunciar se haya debido a la necesidad de negociar de manera conveniente los términos de su despido. Era lo que le ofrecía, entre otras cosas, el presidente de RN Carlos Larraín. Seguramente negociaron la necesidad de esta campaña publicitaria de lavado de imagen de la Van Rysselberghe, en donde nos pretenden convencer de que hemos perdido a una santa como Intendenta. También debe ser parte de este negocio protegerla de las presentes acusaciones que la afectan. Como se le vienen futuras denuncias, la necesidad de paraguas protector es mucho mayor. Mayor entonces era  la necesidad de negociar para la UDI y la Van Rysselberghe porque ahora es en la gestión regional donde los chanchullos y arreglines comienzan a aflorar como la mala hierba y se podrán medir en millones de dólares.

De modo que hay que estar atentos ahora a lo que ocurra con las carpetas de la Intendencia Regional, no vayan  a empezar a perderse (como ya ocurrió con ciertas carpetas municipales), particularmente las de los proyectos de reconstrucciones, las de asignaciones directas y las de asesorías técnicas. Es de esperar que la Contraloría Regional cumpla con su rol fiscalizador, por más que le pese al ridículo alcalde de Hualpén, Marcelo Rivera, quien ha sido el único que ha salido en defensa de la ex intendenta.

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