Por Alejandro Baeza / Resumen.cl“Sebastián Acevedo, Prometeo nacional” es una obra de teatro que busca rescatar en este formato la figura de Sebastián Acevedo, el hombre que en 1983 se inmoló ante a la comunidad penquista frente a la Catedral Regional en Plaza Independencia, exigiendo tener información sobre sus hijos Galo y María Candelaria quienes habían sido secuestrados por la CNI. El sacrificio de Sebastián Acevedo marcó con dolor la historia de Concepción y se transformaría en uno de los hechos más relevantes en la búsqueda y protección de los Derechos Humanos durante la dictadura cívico-militar encabezada por Augusto Pinochet. Conversamos con la dramaturga y directora Gisel Sparza quien está a cargo del proyecto y compartimos la entrevista a continuación:¿Cómo surge el interés en realizar una obra sobre Sebastián Acevedo?
Yo soy de Coronel, viví un tiempo fuera de Chile, así que cuando volví tuve el interés en trabajar sobre la identidad de la comuna, primero hice una obra en relación a la temática de la minería del carbón, y en ese interés, en esa búsqueda, llegué a la figura de don Sebastián [Acevedo] como uno de los personajes más importantes de la historia de Coronel, y de Concepción, con una historia que me parece importante sea compartida hacia la gente, y también creo importante abordar y reflejar artísticamente temáticas como éstas.
¿Cómo ves personalmente su figura?
Yo veo dos figuras en él, la más obvia es la política, lo que significó el acto en sí de inmolarse, pues evidenció un hecho que se negaba sistemáticamente por el régimen: el tema de los Derechos Humanos, se evidenció en Chile y el mundo que se violaban los Derechos Humanos; y por otro lado está la figura del padre, es un acto de amor inconmensurable. Así como estaban desaparecidos sus hijos, estos no eran los únicos, de hecho el mismo día en la mañana le escribe junto otros padres en la misma situación una carta al Intendente. Al no recibir respuesta es que toma esta drástica decisión, se resistió a la idea de no ser escuchado. Nosotros tomamos este acto desde el punto de vista del padre, porque el tema político cae solo, es evidente, acá vemos a Sebastián Acevedo padre esencialmente.
¿Cómo es posible trabajar tan íntimamente a una persona como podría ser el caso de su figura como padre, independiente de los hechos públicos que conocemos todos?
Conversando con su familia.
¿Qué te comentaba la familia?
Desde los hechos más prácticos como la cronología de lo sucedido, hasta los hechos personales como qué significó para cada uno. El hecho de que don Sebastián se haya quemado marcó para siempre a la familia. Por ejemplo, los vecinos los aislaron, nadie quería relacionarse con ellos, Erika se fue de Chile, María Candelaria fue liberada esa misma tarde luego del acto de su papá pero su vida se tiñó por aquel hecho, toda su vida ha estado relacionada con el mundo de los Derechos Humanos, la señora Elena [Saéz, su viuda] siempre estuvo presente en los actos en homenaje, dicen que también se transformó en una mujer súper temerosa, frágil. Hablé con también con Erika, otra de sus hijas, quien pudo aportar una visión más “panorámica” pues también fue testigo de todo lo sucedido y a la señora Elena le costaba más hablar del asunto.
¿Crees que esta historia está presente en la gente de Concepción?
Está presente muy en la gente... de cierta edad por lo menos. Yo creo que sí existe su recuerdo, quizás muchas personas no saben cómo se llama, pero tú le dices “el cabellero que se quemó en la plaza, frente a la Catedral” sí reconocen y recuerdan la historia.
¿Debería haber un reconocimiento de parte de Concepción, más allá de esa placa y esa cruz cada vez más desvanecida?
Sí, porque su acto dio luz en Chile sobre algo que estaba tapado por el régimen, permitió abrir muchas ventanas en todo el país, no sólo en Conce. Abrió tantas cosas que la dictadura ya no pudo seguir ocultando las muertes, las desapariciones y la tortura, que hasta entonces decían insistentemente que eran inventos y que no eran tales. Harto le debemos a él en materia de reconocer los vejámenes.
Respecto a la obra, cuéntanos de qué se trata y cómo está compuesta dramatúrgicamente.
Es un monólogo, un acto de una escena donde [Sebastián] interpela a los asistentes que él denomina Chile y nos interpela pasándonos la cuenta con toda esta historia de violencia política, qué está haciendo el Estado, qué estamos haciendo nosotros. En un momento plantea que esto se ha transformado en un souvenir, algo folklórico, cuando la gente va al extranjero habla de Pinochet y lo cuenta como una historia, en otros países, como por ejemplo en Alemania, está lleno de hitos por todos lados de los hechos dolorosos, acá en cambio no hay un interés por hacer memoria y un interés aún menor por hacer justicia, todo se transforma en una especie de souvenir. El otro día vi en la tele que había una suerte de “tour 1973”, se adquiere un servicio y se vive una experiencia, que por un lado está bien, reconocer los lugares ayuda pero sólo se queda ahí, ¿La necesidad de justicia dónde está?, entonces la obra nos hace reflexionar qué estamos haciendo con la justicia, que se ha transformado en un producto, en marketing, algo para exportar, una marca.
Por otro lado la obra se entrecruza con el canto campesino, como acto esencial en las reuniones del pueblo y casi con un bálsamo para las heridas, tiene un cruce importante entre música y teatro. Tenemos la suerte de contar con la ayuda de la gran Patricia Chavarría.
¿Cómo es la estructura de este monólogo?
La obra en sí se propone como una instalación donde los asistentes van a transitar, no sólo espectar. Un teatro cercano al teatro documental, sin amarrarse completamente pues uno se da libertades para la ficción y la narración, pero sí se acerca bastante porque entrevistamos a la familia, tuvimos hasta acceso a documentos legales, la declaración del paco, del taxista que lo cubrió, del médico que la atendió, son declaraciones potentes de lo que pasó.
El texto juega con la figura de Prometeo, la obra se llama “Sebastián Acevedo, Prometeo nacional” por el mito griego donde el titán roba el fuego para traer libertad, don Sebastián se hizo fuego mismo para darnos luz sobre una verdad, y una verdad que se estaba tapando, y mientras no viéramos esa verdad imposible acceder a la libertad.
Cuándo podremos ver la obra, en qué fecha más o menos se propone que sea el estreno.
Esperamos, si todo sale bien, que sea a finales de agosto o principios de septiembre.
¿Quiénes componen el equipo realizador?
Alfonso Esteban Lara como don Sebastián, un actor que trabaja para la católica y que forma parte de la compañía “La Colorá”, Javiera Hinrichs en la música, en la visualidad Gabirela Solís, vestuario Nessagara, en la iluminación Marucio Campos y Natalia Figueroa en producción, bueno y como te comentaba tuvimos la colaboración de Patricia Chavarría en la música.
¿Qué puede esperar un espectador que va a ver la obra?
Un tirón de mechas, en el sentido de recordar, pero de recordar y despabilar, la obra busca remecer. Uno a veces le hace el quite al teatro “panfletario” pero acá sí hay una posición política clara. Claro, no es sólo eso ni busca quedarse ahí pues es también una experimentación de lenguaje artístico, hay una preocupación por la búsqueda de poder decir algo con una carga política pero avanzar por la búsqueda artística, estamos asumiendo el riesgo de que a algunas personas les parezca “diferente”, pero el no saber qué va a pasar es súper rico, es una apuesta grande a nivel estético, nadie sabe qué va a pasar, hay riesgos que hemos tomado. Pese a que el tema es súper tradicional, lo estamos contando de una manera bastante particular, hay una posición nuestra por mover el estado del arte en Concepción, que no es nada nuevo, pues pase hace rato en otros lados.
¿Dónde se presentará?
Además de Concepción, en Lota, Arauco, San Carlos, Los Ángeles, y por supuesto la Población Central de Coronel de donde era don Sebastián. Tendrá funciones en sala y con colegios municipales, porque además estamos trabajando en mediación artística, y por otra parte queremos hacer una instalación previa a la obra donde mostraremos documentos sobre el caso y sobre el proceso creativo de la obra, es parte de la formación.
Estamos viendo también la posibilidad de hacerla en la Catedral, en espacio abierto, de poder hacer un acto homenaje conmemorativo.
¿Qué esperan de los estudiantes?
Mostrarles un pedazo de la historia, y que vean en aquel hombre un padre, que reconozcan en esta figura mítica la probabilidad de que sea su propio padre, y de que los héroes están en todas partes. Soy positiva, espero que haya una buena recepción.
Quiero señalar también que esta obra tiene un financiamiento FONDART regional, pero la idea es que ésta siga, que traspase, queremos rodarla por todo Chile, esperemos que instituciones apoyen la extensión de un proyecto como éste que rescata la historia.
Invita entonces a los lectores y lectoras de Resumen a verla.
Les digo que estén atentos, pues tendremos sólo una obra en Concepción y el formato permite pocos cupos de asistencia. Es importantísimo hacer un necesario ejercicio de memoria colectiva, sobre todo en este año de elecciones donde reina la mala memoria.