Por Manu Correa
¿Cuántas cosas pueden pasar en tres días? Lxs participantes del Segundo Seminario Internacional de Educación Rural, Agroecología y Pueblos del Campo, organizado por la Asociación Nacional de Mujeres Rurales e Indígenas (ANAMURI) y desarrollado en Santiago de Chile el 21,22 y 23 de enero de 2016, seguramente tengan una nueva respuesta. Tres días avocados a la reflexión y a la puesta en común de experiencias diversas que comparten con tenacidad su ejemplo de alternativa al modelo educativo imperante. Con participaciones de compañerxs del Movimiento Nacional Campesino Indígena de las provincias de Mendoza y Santiago del Estero en Argentina, del Instituto de Agroecología Latinoamericano de Paraguay (IALA-Guaraní) y profesorxs rurales de las comunas de Cañete, Puerto Montt y Chiloé, al igual que dirigentes y pensadorxs comprometidos con la transformación de la educación en Chile, se constituyó una experiencia de intercambios colectivos que manifiesta un diagnóstico de urgencia para la educación rural. Aquí, algunas de las reflexiones que circularon durante el seminario.
Comencemos...
“No se puede reivindicar la escuela por la escuela misma, sin tomar en cuenta en qué medida responde a las aspiraciones y necesidades reales de la población que asiste a ella (…) La instrucción escolar ignora la cultura de la mayoría y pretende sustituirla en vez de desarrollarlo o alentarla. Es una educación planeada desde el poder. Es una educación que niega lo que existe y provoca en el escolar una disociación esquizofrénica entre su vida concreta y sus horas en el salón de clase” (Guillermo Bonfil Batalla, México Profundo. Una civilización negada)
Con la cita previa comenzó la segunda jornada del Seminario Internacional de Educación Rural, Agroecología y Pueblos del Campo. Palabras que despiertan interrogantes sobre el tipo de educación que se está desarrollando en el país ¿Para quiénes está destinada? ¿Cuál es su propósito?
No es casual que la frase seleccionada para el comienzo sea de un antropólogo mexicano, pues subyace a dicha reflexión la realidad educativa de los pueblos negados de un extremo a otro de América Latina. De allí la vocación internacional del seminario; de experiencias latinoamericanas compartidas se alimenta la evidencia sostenida por organizaciones sociales rurales e indígenas que luchamos contra un mismo mal. El sociólogo portugués Boaventura de Sousa Santos se refiere a la Monocultura del Saber y del Rigor para conceptualizar al efecto cultural que desata el sistema educativo homogeneizante, hecho a la medida de intereses ajenos a la realidad concreta de quienes pretende educar. Consecuencia de la monoculturización es el epistemicidio de formas otras de practicar y comprender la vinculación humana con su medio. Dirá Sousa Santos “No hay justicia social global sin justicia cognitiva global; o sea, sin justicia entre conocimientos”. (Sousa Santos, 2006). Así, se comprenderá que el actual sistema educativo es, dicho en una palabra, injusto. Llevado al contexto de la educación rural, la injusticia se viste de formas particularmente perversas. Disociando al mundo rural del contemporáneo, lo somete al reducto del atraso, como supervivencia de un mundo que ya no es posible.
Guido Reyes, Vicepresidente Nacional del Colegio de Profesores de Chile y Encargado del Departamento de Profesores Rurales hizo eco del argumento previo. Invocó a Saramago para emitir su diagnóstico: “Si no actuamos a tiempo, el ratón de los Derechos Humanos acabará por ser devorado implacablemente por el gato de la globalización”. Enfatizó la responsabilidad del sistema financiero en la definición de un modelo educativo degradante, ubicando a la reforma educativa de 1981 como el principal antecedente jurídico responsable de la relación subsidiaria que tiene el Estado de Chile con la educación ¿Los efectos del Estado subsidiario? Del ‘81 a la fecha se han cerrado 1200 establecimientos destinados a la educación rural, 36 establecimientos por año. Otra situación desfavorable para el sector educativo rural se vincula con el tipo de formación impartida hacia los docentes para llevar a cabo sus labores. Guido insistió en la necesidad de contar con una nueva institucionalidad que garantice el financiamiento definitivo de la educación rural a través de un nuevo MINEDUC que destine recursos para la formación y perfeccionamiento del docente rural. Esbozó críticas al Decreto 968 sobre educación rural, que versa sobre la formación de docentes rurales y propone una política de trabajo en reuniones de equipos pedagógicas, al menos dos horas mensuales, con la finalidad de mejorar estrategias para sobrellevar la situación de tener cursos multigrado. La crítica apuntó a la falta de adecuación a los consensos establecidos por el profesorado rural, cuyas propuestas presentadas a parlamentarios se dirigen a la creación de una mención en ruralidad en la carrera docente. Concluyó: “En la Educación Rural para enfrentar dificultades y orientar su desarrollo en este mundo globalizado, lxs docentes rurales son actores fundamentales, por tanto se le deben brindar las capacidades adecuadas, las valoraciones meritorias y las herramientas necesarias para abordar su trascendente misión.”
Hecho el diagnóstico por parte del representante gremial encargado del Departamento de Profesores Rurales, tomó la palabra Manuel Calvelo Ríos, Especialista FAO en Educación Rural. La poesía de Gabriel Celaya brindó las primeras pinceladas de su reflexión: Maldigo la poesía concebida como un lujo cultural por los neutrales que, lavándose las manos, se desentienden y evaden. Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse.“No hablo de tomar partido político, hablo de tomar partido social” aclaró el pedagogo gallego. Mancharse de lo social implica tomar postura y, a propósito de la educación, Manuel compartió su visión de la formación de educadores(as) para construir un desarrollo que vele por la calidad de vida biológica, afectiva y cultural. Concibiéndolo como un proceso endógeno y autogestionado, el desarrollo debe apuntar a consolidar la sustentabilidad en los niveles de la economía social y en el manejo de recursos renovables. Por eso la importancia del campesinado de subsistencia, única clase que produce más energía de la que consume. Al igual que producen más de lo que consumen los científicos y educadores comprometidos con la equidad y el respeto a los saberes tradicionales. La propuesta de Manuel se centró en repensar la función de la comunicación a los fines de construir una educación popular equitativa. Para ello planteó la necesidad de quebrar con el esquema clásico de la comunicación (emisor-receptor) por tratarse de un sistema unidireccional. En cambio, los educadores y comunicadores deben posicionarse humildemente y asumir el lugar de interlocutor en la comunicación popular que requiere una educación equitativa. El modelo se ve trasformado, asumiendo la polifonía y contextualización de los mensajes, hacia un esquema de interlocutor-interlocutor. Este principio tan simple tiene potencia para quebrar con la degradación a la que fue sometida la cultura rural e indígena, desacreditada de antemano como expresión viva del vínculo colonial que poseen nuestros países y las comunidades. Manuel planteó que debemos profundizar en la construcción de una comunicación pedagógica, pero no una que devuelva la imagen de las libertades del campo como mito de buen salvaje, inofensivo para poner en tensión al actual sistema de relaciones pedagógicas que vinculan al docente rural y las comunidades en las que se desempeña. Al contrario, se refirió a una comunicación pedagógica que permita posicionarse de igual a igual y que reconozca la identidad rural e indígena como un proceso de construcción colectiva.
En una misma línea, Mario Ahumada, Académico, Médico Veterinario, Magíster en Desarrollo Rural y Coordinador pedagógico del Instituto de Agroecología Latinoamericano de las Mujeres del Campo “Sembradoras de Esperanza”, IALA-Chile, criticó a la educación rural actual por sus tendencias urbanizantes y desculturizadoras. Mario compartió sus impresiones sobre las carreras del agro, desvinculadas del sector rural: “Esto genera un desfasaje respecto del interlocutor campesino”. El hecho es que las ramas de sociología rural y antropología, ya no forman parte de la formación del profesional del agro. Del desfasaje sobreviene la descontextualización y el libertinaje en las técnicas productivas, contaminantes y desvinculadas de la agroecología como forma de generar ecosistemas integrados que produzcan alimentos sanos. Uno puede imaginar un círculo vicioso en que el sistema actual se expresa: monocultivos, agrotóxicos, enfermedad, avance corporativo sobre tierras comunitarias, marginalidad, migración forzada, negación de saberes. Cada uno remite a otro efecto inmediato que margina a los saberes tradicionales y se formaliza en la educación actual como deber ser. Por ello, cambiar el principio desde el que se construye la producción los alimentos, requiere de avance constante a la reconstrucción de un sistema educativo basado en una comunicación pedagógica como la que reivindicó Manuel.
Asimismo, Mario se refirió a la articulación con el sector urbano, asumiendo que ante la insostenibilidad del modelo actual, cada vez tiene que ser más dinámica la relación de los movimientos del campo con la ciudad, “ruralizar lo urbano”. Un movimiento inverso al que impone la hegemonía actual y que generaría un vínculo más consciente y prudente respecto del medio en que nos desenvolvemos y lo que consumimos. Mario habló enfáticamente sobre la vinculación de las organizaciones estudiantiles con las organizaciones del campo.
Sin perder una gota de intensidad, el seminario constituyó una mesa con participación de docentes rurales de Cañete, Puerto Montt y Chiloé. Comenzó Alicia Maribur de la comuna de Cañete, con 8 años de experiencia en el programa de educación intercultural del MINEDUC. Saludó en mapudungun y contó: “yo no soy profesora con título, soy educadora”. Es socia fundadora de la Asociación de Mujeres Mapuches Rayen Voygue, organización previa a la constitución de ANAMURI, por ello referente. Además es madre de dos hijos y productora. Buena presentación para considerar los múltiples espacios en los que se desenvuelve la mujer rural e indígena, complementando el rol productivo rural con una economía de cuidados destinados a su comunidad. Habló de lo que los medios masivos ocultan, lo que la mencionada comunicación pedagógica debe considerar y convertir en bandera. De la vergüenza indignante por “haber nacido hablante”, hablante de mapudungun, comentó Alicia, devino el empoderamiento a la vera de la organización autónoma y del trabajo educativo. Trabajo de hormiga para una educadora como Alicia, el revelar las maravillas de la cultura para permitir que nuevas generaciones puedan aprehender de ese mundo: un revés a la monocultura del saber y del rigor occidentales.
“Como dice mi hija, mi mamá estudió en la universidad de la vida”, compartió. “A veces tampoco tenemos el mérito de decir tú eres profesora, porque el estado te pide título, te pide todo... solamente importa el título, el cartón”. Evidentemente hay que repensar la forma en que una titulación, “un cartón”, reconoce los saberes que parten desde principios ajenos a la lógica de la educación formal actual. A propósito del recuerdo de su formación, Alicia contó “en torno de ese fogón, nos daba la iluminación y la fuerza de hacer nuestro trabajo día a día. Eso aprendí yo... no aprendí en un jardín, a mí me da pena cuando dicen voy a ir a dejar mi hijo al jardín... yo veo cada día que los niños van de la casa y dicen mi mamá me pone la tele para que esté tranquilo”. Es sabido el argumento que ataca la reivindicación de saberes cotidianos, indígenas y campesinos, como símbolo de rechazo al cambio. Nada de eso tiene asidero en términos de una política construida en consenso, al contrario, es parte del efecto de un modelo impuesto. Alicia expresó su opción de resistencia “¿por qué lo hago? porque sé que mi cultura no puede morir... porque tengo un deber y si yo exijo algo, necesito hacer algo”. Agregó que la exigencia de tierra va acompañada de un sistema de saberes que debe ser reconocido para niños y niñas que “tienen que conocer lo que tienen para alimentarse”. Eso es ciencias naturales, pero no está en los programas.
Nelson Navarro trajo más poesía al evento. Educador y poeta que se desempeña en Puerto Montt, se refirió al paralelo entre sabiduría campesina y la profesora titulada, esquemática y estructurada. Se dirigió a Alicia, le dijo: “Tu escuela es vital”. Siguió con un verso, “ni aunque suelta esté la muerte, los niños juegan como si fuera fiesta, yendo y viniendo en todas las playas del mundo”. Vitalidad de Alicia y sus niños. Nelson poetizó su experiencia educativa: “Mis lecciones seguían con las visitas a las casas campesinas, esa fue mi escuela, siempre con las puertas abiertas, sin candados”. Momento de ruptura aquel en que la familia le dijo que debía irse a estudiar a la ciudad. “Te vas a estudiar a Ancud... sentí el desarraigo, yo quería quedarme en mi isla. Yo quería una escuela campesina y me significó un cambio grande.” Ya en funciones docentes, Nelson habló de su escuela y de su rol para con las escuelas rurales de Puerto Montt, una escuela conversada, con canciones y ritmo, refranes y trabalenguas. “Nunca quise ver a mis niños cabeza tras cabeza”.
Marcela Molina tuvo una experiencia distinta a las anteriores. Oriunda de Santiago, migró por elección a Chiloé y hace 15 años se dedica a la educación rural. Ella trabaja en la comuna de Queilen en una población de 5000 habitantes. Su escuela es multigrado, con 50 estudiantes que van desde primero a sexto básico. Habló de sus estudiantes: “me desarman inmediatamente todo esquema que había aprendido o creído aprender desde la academia... inmediatamente me sitúan en una postura crítica de mi misma...si tenemos la sensación de que estamos llegando a los territorios a enseñar algo no estamos entendiendo nada, nosotros debemos llegar a dialogar”. Otra vez la relevancia del tema comunicativo, la ruptura con la lógica del mensaje unidireccional. Marcela se refirió a una toma de conciencia. Sólo desde la conciencia de la condición de oprimidos que todas y todos compartimos, podemos generar enlaces que permitan romper con la lógica de la hegemonía, porque la escuela es un invento de otra cultura; por ello es algo que hay que recrear en contexto: “hasta aquí la educación de Chile está basada en principios occidentales validados por el sistema capitalista neoliberal”. El quiebre con el relato de quien llega sólo a enseñar, especie de faro de luz en un contexto oscurecido y marginal, se hace carne en la pedagogía popular que nos transforma a todas y todos en aprendices. Marcela propuso replicar el tipo de evento, abrir una red para construir la educación que queremos, de la mano con las organizaciones comunitarias, las organizaciones indígenas, las organizaciones de mujeres, de estudiantes, urbanas y rurales. De esta forma podremos invertir la lógica en la que estamos obligando que los territorios se adapten a una estructura que les es ajena, basada en el fundamento de la asistencia y sin tomar en consideración los tiempos de siembra, cosecha, de la mariscada, etc. Esos tiempos de la economía social que la estructura escolar actual entorpece y con el que no puede articular porque su mensaje es otro, el de la competencia y el endiosamiento de la cultura del consumo.
El seminario prosiguió con un trabajo en taller. La consigna era tratar de definir qué principios debe de tener una Ley de Educación Rural. La puesta en común de los talleres debió esperar al día siguiente, pues las exposiciones de Patricio López y Patricia Núñez “Dedos verdes” del Observatorio Chile Mejor Sin TTP culminaron con una convocatoria a salir a marchar en repudio al Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP). El TPP fue pactado en secreto, sin informar a la ciudadanía sobre los pormenores de su eventual aprobación ¿qué es lo que está en juego? Uno de los puntos críticos es la aprobación del acuerdo UPOV 91 (Unión Internacional para la Protección de las Obtenciones Vegetales), que brinda un marco legal para la persecución a la libre circulación de semillas autóctonas y el pago de regalías en términos de patentes para los productores de semillas transgénicas. Además, el TPP esconde la posibilidad de que los conflictos entre empresas multinacionales y el Estado chileno, dejen de dirimirse en la justicia interna para privilegiar la acción del Centro Internacional de Arreglo de Diferencias relativas a Inversiones (CIADI). Por si fuera poco, generaría un sistema de regulaciones para la difusión de contenidos vía internet que peligrarían la libertad de expresión a la par que impediría la producción y venta de medicamentos patentados por las grandes compañías farmacéuticas. En resumen, representa una entrega de soberanía nacional en favor de intereses corporativos. El 4 de Febrero se desarrollará el primer debate parlamentario a propósito de su virtual aprobación. Los medios masivos de comunicación obvian las mencionadas consecuencias y vociferan la promesa de desarrollo. El Estado chileno arguyó que el tratado sería beneficioso porque en Estados Unidos se ha realizado un estudio que avala su implementación. Dada la peligrosidad del asunto, todos los presentes en el seminario decidimos salir a marchar con lxs compañeros del Observatorio Chile Mejor Sin TPP.
Llegó la última jornada del seminario. Comenzó con la puesta en común del taller sobre la Ley de Educación Rural. Consensos e ideas originales que utilizaron como insumo lo desarrollado en las exposiciones, sumado a las experiencias de las diversas procedencias de lxs asistentes, generaron un cuadro de diagnóstico de la situación actual a la par que desarrollaron propuestas en el ejercicio imaginativo de formular una ley de educación rural, participativa, con el pueblo legislando. En el contexto de incertidumbre asamblearia de cara a la prometida constituyente, este ejercicio representó un acercamiento a la propuesta de asamblea popular para desarrollar una herramienta constitucional que retome la voz del pueblo. Por lo demás, existen referentes en la región que implementaron mecanismos con dicha orientación. Los cuadros presentados compartían principios básicos: la educación es un derecho que debe de ser garantizado por un Estado que se reconozca como plurinacional, en favor de la diversidad cultural que atraviesa el territorio. También se hablaron de los valores de solidaridad y respeto que debe fomentar. De lleno en lo rural, se habló de la necesaria contextualización de los programas de formación, de la dignificación del trabajo rural y de la enseñanza del respeto por la madre tierra por sobre el afán del lucro. Entre los compañerxs que viven en contextos urbanos surgió la reivindicación de incluir en los programas urbanos estrategias de producción propias del mundo rural para hacer visibles nuevas opciones de vida por fuera de la carrera profesional liberal y de servicios.
El cronista tuvo el agrado de compartir el taller con Camila Montecinos (trabajadora de GRAIN) quien acercó buenas preguntas para reflexionar en colectivo. Se preguntó sobre los orígenes del financiamiento que una política de educación rural como la imaginada requeriría. Habló de la paradoja que atraviesan las políticas de desarrollo social orientadas por Estados cuyos fondos se originan en una economía de desarrollo extractivista. Buena pregunta para dar pie a las exposiciones de los compañerxs de Santiago del Estero, Mendoza, del IALA Guaraní en Paraguay, la experiencia del IALA “Sembradoras de Esperanza” en Chile y del Centro de Educación y Tecnología para el desarrollo del Sur. Sin respuesta concreta al interrogante previo, demostraron en sus exposiciones lo mucho que se hace con muy poco, corolario de lo mucho que se podría hacer de haber una voluntad política direccionada a la consolidación del Buen Vivir.
Desde Ojo de Agua en Santiago del Estero, Ángel Strapazzon, integrante del Movimiento Campesino e Indígena (MNCI) Argentina, contó la experiencia de la Universidad Campesina de Argentina (UNICAM- SURI, Sistemas Universitarios Rurales Indocampesinos). Se refirió con énfasis en la lógica sistémica, holística y transversal que poseen las materias de la Universidad en la tarea de construcción de un saber y poder que recupere la memoria histórica de los pueblos, la educación popular, las tecnologías digitales como estrategia para tender redes, la comunicación (la universidad desarrolla una experiencia de radio llamada SURI-MANTA 89.9) y la agroecología. Como contraataque a la acumulación de saber capitalista, la UNICAM presta particular atención al sistema de alternancia que genera una vinculación directa entre lo aprendido en la universidad y las comunidades de procedencia de las y los estudiantes.
Por su parte, Fernando Andrade, Estudiante Pasante del IALA Guaraní, contó la experiencia paraguaya y la dificultad en encontrar un lugar sostenido en el que desarrollar las actividades de la universidad por una política de estado tendiente a enemistar con el sector campesino. Vale la pena mencionar que el IALA Guaraní tuvo un espacio en Curuguaty, donde en 2012 las fuerzas policiales de Paraguay desalojaron un campamento campesino dejando un saldo de 11 campesinos y 6 policías muertos. Estos hechos fueron la antesala del golpe institucional que le fue realizado al otrora presidente Fernando Lugo. Luego de pedir por la memoria de los acribillados en Curuguaty, Fernando Andrade contó la persecución mediática de la que son víctimas los integrantes de su movimiento, tratándolos de terroristas mientras están haciendo la épica de recuperar la dignidad del campesinado empobrecido de Latinoamérica. Concluyó en la necesidad de fortalecer el feminismo en las organizaciones del campo como vía para la construcción de un socialismo popular.
Por parte de la Unión de Trabajadores Rurales Sin Tierra de Mendoza (UST), integrantes del Movimiento Nacional Campesino e Indígena (MNCI), Carolina Araya y José Ortega, contaron la experiencia de su Escuela Campesina de Agroecología ubicada en la Localidad de Jocolí, al norte de Mendoza. Relataron los principios pedagógicos de educación popular, autonomía y transformación social, trabajados por su escuela. Al igual que Ángel, enfatizaron la importancia del sistema de alternancia para favorecer la construcción organizativa, a la vez que, como movimiento, reconocen la importancia de la articulación entre organizaciones urbanas y del campo. También contaron de la reciente apertura de un terciario sobre Economía Social y Desarrollo Local que integra una escuela de oficios para facilitar la formalización de emprendimientos que permitan agregar valor a los productos campesinos. Como desafío encontraron que es preciso mejorar los mecanismos de comunicación para la incorporación de jóvenes y la certificación del proceso de formación impartido.
Finalmente, Viviana Catrileo, directora nacional de ANAMURI y coordinadora del IALA-Chile compartió la experiencia de la Escuela de Agroecología “Sembradoras de Esperanza”. Los primeros pasos y los avances que se materializaron en una primera generación de compañeras de ANAMURI que egresaron de la Escuela Nacional. El cronista conoció de cerca la experiencia de culminación del primer internado llevado adelante por el IALA-Chile. Aquí una nota para profundizar en su visión http://resumen.cl/2015/10/sembradoras-de-esperanza/
El cronista debe tomar aire y lamentarse por no poder reflejar con mayor detalle lo acontecido en los tres días de jornada. Además de pedir perdón por las voces que se ausentaron en la presente síntesis. Parece ridículo que tanta extensión pretenda llamarse síntesis, sin embargo créanme que lo es. De mínima este artículo servirá para ampliar búsquedas en quienes estén curiosxs por conocer una de las instancias desarrolladas por la organización popular en Chile para dimensionar la importancia de lo debatido y la necesidad de continuar sumando esfuerzos por la agroecología, la educación rural y los pueblos del campo.
¡¡Alerta, alerta, alerta que camina,
La lucha Campesina por América Latina!!