«Existe suficiente evidencia científica que permite tener árboles GM [genéticamente modificados] sin mayor impacto negativo sobre el ambiente ni la salud humana o animal». Así se refería la recién nombrada Seremi de las Ciencias, Sofía Valenzuela Águila, en una entrevista el 2019 a Cornell Alliance for Science, divulgada en castellano por Chilebio. Su designación corresponde al área Centro Sur del país que integran las regiones de O´Higgins, Maule, Biobío y Ñuble.
Aniceto Hevia / resumen.cl
Sofía Valenzuela es una académica que se ha desempeñado en la Universidad de Concepción y dándose a conocer como defensora de la modificación genética de diversas especies de interés para la industria primario exportadora del país, especialmente la forestal. En la misma entrevista, se puede leer:
«Para que exista contaminación hacia bosques nativos, se debe dar que las especies sean sexualmente compatibles, y si pensamos en las especies comerciales empleadas en Chile (pino y eucalipto) son ambas exóticas, y no compatibles con las especies nativas. Si es que algún día pudiésemos tener plantaciones comerciales con árboles GM, pueden estar seguros que estos habrán sido rigurosamente evaluados, mucho más que cualquier otro cultivo agrícola o árbol no genéticamente modificado, por lo que existirá evidencia científica que no provocarán daño al ambiente. En el fondo, no hay que temer a los árboles GM, no son siniestros, no provocan daño al ambiente, al contrario permitirán tener árboles más sanos con menor aplicación de plaguicidas, mejor manejo y a la vez una mayor productivdad por hectárea».
Para Lucía Sepúlveda Ruiz, integrante de la Red de Acción en Plaguicidas y el Movimiento por el Agua y los Territorios, «Sofía Valenzuela es una académica muy activa en pro de la legalización de los árboles transgénicos y de aquellos editados genéticamente. Ha firmado peticiones internacionales en ese sentido, propagandizadas por ChileBio, gremio del lobby de las empresas productoras de transgénicos y plaguicidas en aras de lograr certificación forestal internacional para validar sus proyectos. Su promoción a un cargo público se lee como un respaldo a esa trayectoria y un alerta respecto del poder de los promotores de los diversos tipos de cultivos transgénicos en oposición a quienes estamos por la protección de la biodiversidad, y la transición a un modelo de agricultura agroecológica».
Agrega que se ha vinculado «a Redes feministas de Investigadoras y se ha alineado junto a la convencional Cristina Dorador en una defensa irrestricta de la “ciencia”, de espaldas a los reclamos de la sociedad y el respeto hacia otras formas de conocimiento». Seguidamente, afirma que «para la ciencia independiente y para el mundo socioambiental, estos desarrollos biotecnológicos son soluciones falsas a problemas derivados en buena medida del modelo económico en curso. Ellos presentan como un avance el crear variedades resistentes a la sequía. Y como todos los promotores de transgénicos, oculta los graves impactos ambientales derivados del uso intensivo de plaguicidas asociados a los cultivos transgénicos comerciales. Y sobre todo, viviendo en una zona donde está claro el saqueo del agua y/o el impacto de las forestales avanza en sentido contrario a la recuperación de variedades tradicionales, las cuales son efectivamente capaces de enfrentar el cambio climático. ¡Esta académica aboga también por el desarrollo de araucarias transgénicas! Sostiene impávida, que será sometida a tantas pruebas de laboratorio que no puede presentar ningún problema», en alusión a su respuesta ante la consulta si la modificación genética podía ofrecer una solución ante la afectación de los bosques araucaria, en la misma entrevista.
En este sentido, la participación de Sofía Valenzuela en empresas como Genómica Forestal constituye un antecedente a considerar para prever sus posiciones como Seremi. Genómica Forestal fue constituida en 2004 por las forestales Mininco y Arauco, la Universidad de Concepción, CEFOR (empresa de la Universidad Austral) y Fundación Chile, a partir de la adjudicación de recursos públicos, y con líneas de investigación, tales como:
a.-Generar eucaliptos globulus con mayor cantidad de celulosa.
b.-Generar eucaliptos globulus con mayor resistencia al frío. (En tanto la industria forestal orientaba su expansión hacia el sur y a la Cordillera de los Andes)
c.-Generar pinos radiata resistentes al hongo Fusarium Circinatum y anticiparse al posible contagio que sería letal para plantaciones recientes y prontas a cosechar.
d.-Evaluar la función de diferentes genes en pinos radiata con el propósito de convertirlos en árboles de mayor rendimiento en cuanto a su utilización en la industria de la celulosa.
Resulta ilustrativo leer la argumentación de Sofía Valenzuela acerca de la supuesta necesidad y utilidad de las especies genéticamente modificadas, soslayando la pregunta básica de por qué el país debe ser territorio de sacrificio al servicio de empresas exportadoras de materias primas. Ante las consultas por la supuesta inocuidad de los organismos genéticamente modificados, no menciona la necesidad de implementar un principio precautorio de abstención respecto de acciones sobre las cuales no se tenga certeza de sus efectos ni capacidad de manejarlos.
Lucía Sepúlveda concluye afirmando que «como Movimiento por el Agua y los Territorios, y desde luego como parte de la Red de Acción en Plaguicidas Chile y la campaña Yo no quiero Transgénicos en Chile nos declaramos en alerta frente a cualquier nuevo intento de legalizar los cultivos transgénicos en el país y redoblaremos esfuerzos para que la Convención logre sacar un articulado que declare a Chile libre de semillas y cultivos transgénicos».