2º parte. [Lea la 1º Parte AQUI]
Durante el mes de junio los trabajadores subcontratados de la Coca Cola (peonetas y choferes) de diversas regiones tuvieron una paralización a nivel nacional fuera de los ámbitos legales que estipula el código del trabajo para negociar los sueldos de forma colectiva. Este conflicto sindical, -que no cumplió el objetivo que se habían fijado los dirigentes de la FENASIPEC y los sindicatos afiliados-, se enmarca dentro de un tipo de conflicto que han desarrollado una serie de grandes agrupaciones sindicales nacionales, como la Unión Portuaria de Chile (UPCH) o la Confederación de Trabajadores del Cobre (CTC); donde el proceso de negociaciones con sus contrapartes, se da por fijar sueldos nacionales donde prime la igualdad de salarios en cuanto a las labores realizadas. La necesidad de analizar ese conflicto posteriormente a su desarrollo, se debe a que se debe realizar una reflexión más profunda sobre los efectos que trajo éste proceso una vez ya terminado el episodio coyuntural.
La conformación del sueldo por oficio como método de negociación.
Este conflicto se desarrolla a partir de un tipo de demanda colectiva que previamente no habían desarrollado los trabajadores subcontratados de la Coca Cola. La denominada “negociación del sueldo por oficio” o “negociación nacional por rama” consiste en que los trabajadores de una serie de empresas a nivel nacional desarrollan una negociación, donde la base fundamental de ésta consiste en que el valor trabajo desempeñado (el rol laboral) dentro de una estructura productiva sea igualitario, sustentándose bajo el principio de “igual trabajo, igual valor”. Este tipo de negociación no está establecida por el plano legal administrativo del código del trabajo contemporáneo, -en el ámbito de las negociaciones colectivas-, pues en los contratos colectivos que establece, no estipula explícitamente que los sueldos de los trabajadores deben ser convenidos de forma igualitaria a partir del rubro o la rama productiva a nivel nacional.
Este tipo de negociación que establecen los trabajadores de la Coca Cola, se destaca por varios factores: 1) Porque este tipo de instancia de acuerdos al no estar estipulada como viable en el código laboral, no es un tipo de negociación tradicional (en ámbitos administrativos), por tanto, es un modo de negociación alternativa para la realidad nacional. 2) Porque estas negociaciones se realizan a partir de las paralizaciones (y no huelgas legales) de los trabajadores y sus sindicatos, por tanto estas se realizan mediante tensiones explicitas. 3) Por el hecho de realizarse paralizaciones fuera del marco jurídico del código del trabajo, existe un debate jurídico a que si estás acciones pueden ser consideradas como legales o ilegales. 4) Porque las organizaciones que impulsan esté tipo de negociaciones, son grandes agrupaciones de hecho (como la UPCH) o de derecho (FENASIPEC o la CTC) que agrupan a los trabajadores de una determinada área productiva, teniendo una gran capacidad de movilización y presión.
La articulación de la demanda al interior de los subcontratados
En el caso de los peonetas de la Coca Cola, éste ha sido el primer intento de llevar a cabo una negociación bajo este modalidad y esto se debe a que para impulsar este proceso, los sindicatos deben estar sujetos en primera instancia a una organización que logre aglutinar a la mayoría de los sindicatos del país y de un sector determinado. Es por ello, que previamente al conflicto, los dirigentes de la FENASIPEC habían desarrollado una gira nacional para impulsar un proceso de afiliación de sindicatos no asociados, de creación de sindicatos y para preparar una paralización teniendo como demanda un sueldo parejo a nivel nacional.1
El problema que existía en los sueldos de los peonetas y choferes, comenta Gustavo Godoy (presidente de FENASIPEC), es que a nivel nacional existe una diferencia de sueldo bastante diferente, producto de que en determinadas regiones existe una diferencia de sueldos (entre el más bajo y el más alto) de más de un 100%, es decir el doble del sueldo más bajo. En el caso particular de Concepción, donde la embotelladora de planta es EMBONOR, existían peonetas que sostenían sueldos de $ 280.000 (pesos), y con contratos de trabajo sumamente flexibles que generarían una desregulación de los ingresos variables y fijos, sujetando a los trabajadores a estar bajo condiciones sumamente precarias y de sobre-explotación. Esto se puede verificar en el caso de la empresa TRANSPORTES RD LIMITADA de la provincia de Concepción, donde la estructura del sueldo era la siguiente: el sueldo base era de $200.000, incluyéndose los bonos de $15.000 por la calidad de atención al cliente, $10.000 colación y $10.000 movilización. En cuanto a los sueldos variables, se incluirían los bonos de producción que equivaldrían a $2 por caja entregada, $2 por cliente atendido, $1 por aseo y orden puchete, considerando el anticipo de gratificación.
En el caso de los peonetas que tenían el mayor sueldo, siendo los trabajadores de Rancagua y ciertos de Santiago, quienes a partir de una serie de conflictos habrían logrado un aumento considerable de los sueldos líquidos, que bordearían los $500.000. Sería a partir de dicho sueldo y estructura de contrato, que se levantaría como demanda tanto para la Embotelladora ANDINA como EMBONOR, donde el aumento de los ingresos no se verían a partir del sueldo base, si no que el los bonos de producción y los bonos fijos. La propuesta sería de un sueldo base de $210.000, donde tanto el bono de colación como el de movilización por separado equivaldrían a $43.500 y un bono de trabajo de semana corrida de $36.400. Mientras que en el caso del aumento de los ingresos variables, aumentarían drásticamente en contraste del caso particular de Concepción, donde el bono por cliente atendido sería de $100 y por vueltas de $5.000, pudiendo sostener aproximadamente un sueldo liquido mensual de $496.000 descontando las imposiciones.
Desarrollo de la movilización en Embonor
A partir de este petitorio, los trabajadores subcontratados de la Coca Cola, generarían un demanda enfocado en el personal subcontratado (tanto peonetas como choferes), donde este sería entregado a las dos embotelladoras de la Coca Cola (EMBONOR como ANDINA) y a las empresas contratistas por mera formalidad. En el momento en que se entregó el petitorio certificado vía correo electrónico y personalmente a las empresas de planta y a Coca Cola Chile, EMBONOR se negaría a satisfacer el petitorio de los trabajadores, pero en el caso de ANDINA, estaría dispuesta a firmar dicho contrato e incluso de impulsar una política de internalización al personal externalizado dentro de un plazo de un año y medio a tres, con la única condición de que estos no paralizaran.
A partir de esto, los diversos dirigentes que estaban al interior de la FENASIPEC sostendrían un debate donde habrían las diversas posturas sobre cómo reaccionar ante este escenario, donde unos estarían a favor de realizar una paralización a nivel nacional obviando el ofrecimiento de la empresa Andina, mientras que otros estaría a favor de que se aceptara la propuesta de la industria de planta y que los trabajadores de EMBONOR se movilizaran, sobreponiéndose en la discusión está ultima postura. Los fundamentos de este sector, se deben a que por un lado, los sindicatos que habían estado en conflicto con Embotelladora Andina desde el año 2007, jamás habían podido tener una mesa de negociación y de dialogo directa con esta empresa, y siempre en las movilizaciones previas, los peonetas solo negociaban con las contratistas. Frente a esto, se privilegió la posibilidad de tener un acuerdo con Andina e instalar una mesa de dialogo que permitiría dar por finalizado el conflicto que han sostenido los sindicatos por años. Por otro lado, el carácter que asumiría el conflicto sería el de una negociación por sueldo por oficio exclusivamente con Embotelladora EMBONOR, iniciando la paralización el día 10 de junio.
La paralización de la embotelladora Embonor, se realizaría en las diversas ciudades y regiones en que se encontraban las embotelladoras, bodegas y centros de distribución. Comenzada la movilización, el carácter que asumieron las negociaciones y las características de la movilización, fueron irregulares e inestables. Fueron irregulares la negociaciones porque durante el transcurso de la paralización, en ningún momento se logró concretar una instancia de diálogo formal con la embotelladora en conflicto. A la vez, estás fueron inestables en las diversas regiones, porque las paralizaciones duraron tiempos distintos y en ciertos lados existieron paralizaciones de medio día, dependiendo de la fuerza que tuviera cada sindicato. En el caso de Talcahuano y San Pedro, la paralización con todos los trabajadores no yendo a trabajar duro alrededor de tres días, pues posteriormente empezó a decaer. Ante esta situación, en el caso de las comunas de San Pedro y Talcahuano, las empresas contratistas durante los primeros tres días tenían intenciones de negociar las condiciones de trabajo pero con los sindicatos provinciales y no a partir de la federación, lo cual no se realizó porque el acuerdo nacional que sostuvieron los sindicatos de FENASIPEC, fue de que en esta negociación sería la directiva de la federación quien negociaría con la industria interpelada.
Contra ofensiva empresarial y finalización del conflicto
Al transcurso de los tres días de la movilización, el conflicto como tal empezó a tener sus primeros signos de decaimiento, producto de que ciertas comunas empezaron a reiniciar sus jornadas laborales y en otras ocasiones, hubo sectores de los trabajadores del mismo sindicato que rompieron las huelgas y volvieron a trabajar. A nivel nacional las técnicas de control a las que se recurrieron para debilitar a los sindicatos, fueron la política de los despidos a los trabajadores sin fuero, incentivar a los subcontratados a volver a trabajar por el triple de lo que ganaban en un día de trabajo y por medio de una campaña de desprestigio contra los dirigentes de la federación acusándolos de terroristas y comunistas. En el caso particular de Talcahuano y San Pedro, después del tercer día de trabajo, los empresarios contratistas realizaban recorridos pagándole a los trabajadores $30.000 por el día de trabajo, lo que generaría que paulatinamente disminuyera la adherencia a la movilización hasta darse por finalizado el paro el octavo día.
Algo que se puede destacar en esta movilización fue el rol que jugo la dirección del trabajo en conjunto del ministerio de la misma institución. Esto se debe a que este previamente al conflicto, la SEREMI de Santiago en conjunto de la Ministra del Trabajo habían planteado que apoyarían la movilización, pero las acciones que tomaran al momento de la paralización, no tendrían la misma predisposición que se habían demostrado en las mesas de trabajo previa. En el momento del paro, la ministra del trabajo no genero intervención y no recibió a los dirigentes de FENASIPEC con los cuales previamente se había reunido, mientras que el caso de la dirección del trabajo catalogo este paro como ilegal asistiendo a los lugares de trabajo explicándole a los trabajadores que el paro tenía dicha condición. Esta acción que tomo la dirección del trabajo, demostró plenamente que está institución actuó con una postura determinada, pues incluso a partir de las leyes establecidas en el código del trabajo y el debate que existe en torno a la figura del paro, no existen fundamentos suficientes para estos ser catalogados de ilegales. A partir de éstas acciones y la debilidad de los sindicatos de no poder resistirles, este conflicto se daría por finalizado el día 21 de junio, teniendo una duración de 11 días y sin ningún acuerdo firmado entre embotelladora EMBONOR y FENASIPEC.
Consecuencias post-conflicto y proyecciones del sindicalismo
Una vez finalizado ese conflicto, al corto plazo los diversos sindicatos afiliados a la FENASIPEC que sostienen una relación con la embotelladora Embonor, desarrollaron sus propias negociaciones con las empresas contratistas para llegar a determinados acuerdos. En el caso particular del sindicato de la provincia de Concepción, solamente se logro la renovación de los materiales de trabajo en conjunto de un aumento de ingresos de $20.000 al sueldo fijo de los subcontratados pero sin ningún acuerdo o contrato firmado, solamente sostenido mediante un acuerdo de palabra. En el caso de los subcontratados de Embotelladora Andina, estos se encuentran en conflicto debido a que esta empresa se negó a responder al primer acuerdo sostenido con FENASIPEC previamente al conflicto y empezó a desarrollar una política de despidos para sus trabajadores en diversas regiones, planteando que esto se debe a una política de redefinición de la producción por la Ley del Azúcar, en conjunto de otras política que generarían una redefinición de la administración. En este contexto, el diario financiero a partir de una serie de noticias de los meses de Agosto y Septiembre, plantearía que las diversas embotelladoras de Chile, durante el primer semestre del 2014 sostendrían las utilidades más bajas desde el año 2010.
Por otro lado, la situación en que se encuentran los diversos sindicatos que pertenecen a FENASIPEC es compleja, debido a que ciertos sindicatos se encuentran debilitados por la corrupción que existe en ciertos dirigentes menores y por la desmotivación que tienen para darle continuidad a sus sindicatos en conjunto de seguir perteneciendo a la federación. Esto se debe a que los diversos dirigentes de los sindicatos base, han sido corrompidos monetariamente o por tratos preferenciales por parte de las empresas contratistas, pero por otro lado, la poca trayectoria de ciertos sindicatos en el tiempo, como en el caso de la provincia de Concepción, existe una ruptura en cuanto a las expectativas que se habían formado con la movilización y la conformación de la organización sindical. Ante ello, pareciera ser necesario que la Federación logre generar un plan de respuesta ante las acciones que están tomando las empresas de contratistas en conjunto de un plan de re-intervención sobre los sindicatos que están desmotivados con la organización sindical, para no generar mayores interrupciones o retrocesos en el proceso de consolidación de la FENASIPEC. A la vez, a partir de este fallido intento de negociación por rama nacional, no se debe desechar ésta perspectiva de negociación al mediano plazo, puesto que cuando el sindicato tenga las capacidades reales de negociar con ambas embotelladoras evitando los errores cometidos en este primer intento.
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