Tele| Alias Grace

Robinson Silva Hidalgo / resumen.cl De la misma escritora del archi conocido “El cuento de la criada”, Margaret Atwood, se nos ofrece una miniserie basada en otro de sus libros “Alias Grace”. La activista feminista y por los derechos humanos ofrece una historia basada en hechos reales en la medianía del siglo XIX canadiense. Dirigida por Mary Harron (American Psycho, I shot Andy Warhol) aborda un oscuro caso policial sin resolver que indaga en la mente criminal de la protagonista, interpretada por Sarah Gadon (Cosmópolis). Esta serie tiene 6 partes, filmada en 2017, está disponible en el catálogo de Netflix. Alias Grace está ambientada en una época convulsa de la historia canadiense, pues el país ya comenzaba a mostrar su interés por independizarse del imperio británico (lo que ocurrió en 1867, si bien no es tema en la serie, ello desató un genocidio contra los pueblos originarios en su afán de crear una nueva nación, por si les suena de algo), en ese momento surge en el país la denominada cuestión irlandesa, gatillada por que miles de personas de esa nacionalidad llegan a la Canadá británica huyendo del hambre y la miseria, provocando repulsión, xenofobia y acusaciones de todo tipo por parte de la población local, cuestión que sufre la protagonista y que suma al crimen del que se le acusa. En medio de un caso y sentencia simple para las autoridades de ese contexto y momento, aparece un médico que, imbuido de las corrientes más modernas en siquiatría de aquellos años, ve una oportunidad para probar sus teorías, es así que se entrevista repetidamente con Grace para desentrañar una historia de abusos, carencias y temores, también de estrategias de sobrevivencia para un mundo siempre hostil para las mujeres pobres. El alienismo y el hipnotismo como parte de esas corrientes de exploración pseudo científicas aparecen bien retratadas en la miniserie, dando buena cuenta de una sociedad en búsqueda, curiosa por saber más allá de los límites de su propia cultura, marcada por un conservadurismo protestante, propio de la era victoriana y en un contexto colonial, como ya señalamos. Dentro de los puntos altos de esta miniserie se encuentra la forma de definir el relato, caracterizado por su sutileza, es posible ver en múltiples ocasiones que, cuando no hay narración explícita, hay una serie de gestos, miradas y detalles que cuentan la historia, revelando el tono victoriano del relato, esto es una acierto de la dirección, quien utiliza este recurso para profundizar en el tono de época, lleno de censuras pero abundante en situaciones de violencia, una inteligencia llena de elegancia que acompaña actuaciones contenidas y correctas. Vista desde diferentes puntos de vista, esta es una serie para ver concienzudamente, con el tiempo que nos da la cuarentena, apreciarla parte por parte para reflexionar acerca de las observaciones críticas a la historia y la cultura moderna, visitando el desarrollo de la ciencia, de los cambios culturales y sociales que posicionan la obra, esta vez si, como un trabajo cinematográfico profundamente feminista, véase con interés y paciencia, también con placer por su fineza en el trabajo artístico. Una obra para seguir descubriendo a Margaret Atwood en una faceta más realista. Foto extraída de serielizados.com
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