Robinson Silva Hidalgo / resumen.cl
En Netflix podemos ver una serie de bastante impacto, estrenada en marzo de 2020; grabada en el barrio de Williamsburg, una zona de Brooklyn en Nueva York conocida por su comunidad judío ortodoxa. La miniserie nos acerca a un desconocido grupo norteamericano, que tiene su origen en la diáspora hebrea tras el holocausto de la medianía del siglo pasado. Poco ortodoxa es una producción germano-estadounidense de solo 4 entregas, dirigida por María Schrader (Liebesleben, 2007) y protagonizada por Shira Haas, en base a la autobiografía de Deborah Fieldman, quien participa como guionista en la producción.
Poco ortodoxa tiene la virtud de examinar una cara del fanatismo religioso poco desarrollado hasta ahora en el cine: la del judaídsmo yisídico, corriente nacida en el enfrentamiento y rechazo a la liberalización de las costumbres judías en la Europa de la modernidad, específicamente durante el siglo XIX, y que se aferraron estrictamente a la palabra escrita en la Torá, si, como ven, nada distinto a ciertos musulmanes que tienen al Corán como única regla de vida o a los integristas católicos y evangélicos, para quienes la Biblia es la única ley aceptable.
La serie, que puede entenderse en clave feminista, sin duda es la historia real de una mujer que huye de una comunidad que no solo acosa, también persigue, asigna roles absolutos, prohíbe y castra. Esta lectura es inmediata, sobre todo por el rol de la protagonista, que cumple muy bien a nivel de la actuación, pero también ayudada por un guión que respalda este relato al darle un amplio espacio al desarrollo del personaje. Ahora bien, desde su angustia inicial y hasta el desenlace de su historia personal en cuanto mujer en búsqueda de su identidad, hay un aprendizaje que sobrepasa la cuestión personal y critica fuertemente a la médula estadounidense y su afán por proteger el credo religioso por sobre principios como los derechos humanos y los derechos de la mujer.
Pero hay más, otra lectura clara tiene que ver con la exploración de una comunidad y sus miedos respecto a la sociedad occidental, miedos fundados en un potente relato histórico, en este sentido, es una producción que encara una gran reflexión en torno a estos fósiles culturales que quedan tras una glaciación epocal que pensamos superada. Nada de eso, para estos grupos su representación en el mundo se perpetúa en función de una desconfianza a todo lo nuevo, a todo lo que signifique transformación, visto por ellos como avasallamiento. Esta condición de fosilidad se expresa en una cultura material que alude a ropas, comidas, cantos y un sin fin de normas que honran el pasado al punto de borrar toda posibilidad de futuro, en esto la producción se preocupa de darnos muchos detalles, a veces rayando en el género documental.
Por último, cabe destacar que esta miniserie tiene un mérito desde el punto de vista de la producción, el que una parte de ella sea alemana habla de cómo las jóvenes generaciones germanas van rompiendo sus propios fantasmas y asumen su historia desde una perspectiva crítica, lejos de la culpa y puestos en un enfoque que analiza y explora en función de un cambio de conciencia en la humanidad, más allá de las etnicidades, nacionalidades o cualquier forma de situación identitaria que venga a esconder el abuso y la opresión a las personas, y eso, aunque suene extraño, llena de optimismo.