Teólogo de la liberación Rubén Dri opina sobre el papa Francisco I

Ahora no es contra los comunistas como con Juan Pablo II. Es hacer frente a los movimientos populares latinoamericanos que plantean una alternativa al capitalismo

Rubén Dri hace tiempo que dejó de ser aquel clérigo salesiano que predicaba en el Chaco y después el viento de los tiempos de cambio lo llevaron a sumarse al Movimiento de los Sacerdotes del Tercer Mundo. Sin sotana, aún mantiene la impronta pacífica de cura de pueblo y la transmite desde el primer apretón de manos, pero esa afabilidad se le trastoca cuando tiene que hablar del Papa Francisco o Bergoglio, como insiste en citarlo, quitándole toda el aura de santidad que le otorga su actual investidura. Como teólogo, Dri visualiza una sintonía con su designación como sucesor de Benedicto XVI y la elección del destino de este primer viaje al exterior del Jefe de la Iglesia Católica.

“En primer lugar, uno de los objetivos en el nombramiento de Jorge Bergoglio es América latina, sobre todo los movimientos populares latinoamericanos”, alerta de entrada. “Fundamentalmente del chavismo, de Evo Morales en Bolivia, en Argentina el kirchnerismo y el de Ecuador”, asegura.

–¿Cuál es la razón?

–La preocupación que tienen la jerarquía eclesiástica y el Papa es que estos movimientos son movimientos políticos con base popular y que además se plantean la promoción de lo popular pero a nivel político, que por lo tanto genera poder popular, eso le resta poder a la Iglesia. Porque el problema de los pobres “lo soluciona la Iglesia”. Por eso la frase “una Iglesia pobre para los pobres”. Para decirlo de otro modo: “Los pobres son de la Iglesia”. Y estos movimientos políticos la están sacando de ese rol, por eso con Bergoglio tienen que venir a ese terreno a pelearlo con los movimientos políticos. Pero de una manera inteligente, no enfrentándolos, sino planteando el plan de la Iglesia a través de una figura que debe ser atrayente y Francisco se presenta de ese modo.

Yo no sé si te diste cuenta que Bergoglio sonríe… Acá no sabíamos eso, nunca lo habíamos visto sonreír jamás. Es un gesto muy estudiado, toda su gestualidad lo está. Es una puesta en escena realmente. Sobreactuando, incluso, lo que hace con respecto a la pobreza. Está todo pensado políticamente para presentar una faz más atrayente para los sectores populares, para los humildes, de manera de pelearle los pobres a los proyectos políticos que mencioné anteriormente y también la clientela a las iglesias pentecostales. Bergoglio está lidiando en el mismo escenario. Es decir, mediáticamente, haciendo un gran show como las iglesias electrónicas. Así que no podemos esperar de ninguna forma que la Iglesia Católica evolucione. Quienes están esperando una revolución con él están pensando que se pueden producir milagros y que Bergoglio nació de un repollo, pero no, el Papa Francisco es el Bergoglio que nosotros conocimos. Es el mismo que acá trató de llevar la política que ahora está sosteniendo desde el Vaticano, con muchas más posibilidades porque tiene otros instrumentos.

–Cuando fue nombrado generó muchas expectativas, por ser latinoamericano y además argentino, olvidando quizá que la Iglesia Católica argentina es una de las más conservadoras. ¿Esto explica su preocupación primaria en ordenar las finanzas vaticanas antes que otras cuestiones que demandan los católicos de a pie?

alt–El Vaticano es un problema muy serio para la Iglesia. Si no hay un mínimo ordenamiento Bergoglio no puede llevar adelante esta lavada de cara que necesita la institución religiosa. Naturalmente que él no va a renunciar al IOR (Instituto para las Obras de Religión). No sé por qué la Iglesia tiene que tener un banco, que además es un nido de corrupción, de lavado de dinero, etcétera. Entonces debe poner un orden y Bergoglio es el único que tal vez pueda hacerlo. Ahora, lo que vemos es que toma medidas muy graves. Por ejemplo, el nombramiento de Rodrigo de Madariaga, el obispo golpista de Honduras, como coordinador de la Comisión de ocho Cardenales. Después hay otros tres acusados de haber protegido a pedófilos. Si la comisión cardenalicia que va a purificar la Santa Sede tiene esos personajes…

Por otra parte va a canonizar a Juan Pablo II junto a Juan XXIII, que son dos modelos de Iglesia completamente contradictorios. Porque justamente Karol Wojtyla destruyó todo lo que se había construido en la línea de Angelo Roncalli. Al mismo tiempo canoniza al sucesor de Escrivá de Balaguer, del Opus Dei, lo que significa para dónde va la construcción de su Iglesia. O sea, la de Bergoglio es la misma de Wojtyla y Joseph Ratzinger. En parte tiene gran similitud con Juan Pablo II, que manejaba muy bien los símbolos, era un actor. Francisco también utiliza convenientemente los gestos, en esta idea de acercar la Iglesia a lo popular, pero un propósito transformador no se lo ve por ningún lado.

–Sin embargo, el brasileño Leonardo Boff se congratuló por su elección…

–Boff se presenta como padre de la Teología de la Liberación, que no tiene paternidad porque surgió de la práctica y el compromiso político, social, religioso, de sacerdotes, monjas y laicos. Él se entusiasma tanto con la pastoral de Bergoglio y lo pone en la línea de la Teología de la Liberación, pero en una vía de lo popular, y aclara que espera la liberación con la participación de los pobres en contra de una Teología de la Liberación marxista, que busca la solución en las estructuras políticas. ¿Qué pasa? ¿Boff descubrió que el problema de la pobreza en América latina no se va a resolver políticamente, sino que será por la caridad? Ésa es precisamente la teoría de Bergoglio. En contra de la resolución política de esta cuestión, que es la única herramienta que puede lograrlo.

–Al mismo tiempo, Frei Betto tiene una visión diametralmente opuesta a la de Boff y es más pesimista.

–Así es, Frei Betto le ha pedido a Francisco que defina qué es lo que quiere realmente y dé respuesta a temas como el celibato, el divorcio, el aborto y denuncie realmente cuáles son las causas de la explotación en Latinoamérica. También debería responder por otras cuestiones como los derechos humanos. ¿Se le ha escuchado algo sobre los derechos humanos? ¿Dijo algo sobre los desaparecidos en Argentina? A Estela de Carlotto le dedicó dos o tres minutos en una plaza pública y al Momo Venegas le dispensa otro tiempo y tratamiento. Eso dibuja claramente una posición política-eclesiástica que no tiene nada que ver con una transformación en profundidad de la Iglesia.

–Si uno hace un análisis geopolítico de la región, la designación de Bergoglio como Papa se da en consonancia con el impulso de Estados Unidos a la Alianza del Pacífico (Colombia, Perú y Chile) que busca acotar a los gobiernos populares surgidos en Sudamérica. ¿Será Francisco parte del cerco de contención que busca Washington?

–No tengo la menor duda de que es así. Por un lado está esa tenaza del Pacífico y por otro lado está Bergoglio. Hay una analogía con el papado de Juan Pablo II, aliado a Ronald Reagan y Margareth Thatcher en contra del comunismo. Ahora no es contra los comunistas sino hacer frente a los movimientos populares latinoamericanos que plantean una alternativa al capitalismo, con transformaciones muy profundas. Inclusive el kirchnerismo, que no muestra con tanta claridad hacia dónde vamos, ha logrado avanzar sobre derechos que eran impensables como el matrimonio igualitario, algo que va totalmente en contra con el pensamiento de Bergoglio. Basta ver el documento difundido en Aparecida (Brasil) donde es señalado como algo abominable.

–¿Si el matrimonio igualitario se planteara hoy sería difícil de aprobar?

–No saldría del Congreso. Con este Papa va a ser muy dificultoso que cosas como esas se logren, por caso algo que está pendiente como es el aborto. Su influencia es mucho mayor, ahora que tiene tanto poder.

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