[resumen.cl] A medida que pasan las horas y se consolida el conteo, las muertes tras el terremoto que afectó a Haití este sábado 14 ya llegan a 1297 , mientras las personas heridas superan las 2800.
El terremoto de 7,2 magnitud richter causó estragos en un país afectado por una grave crisis política, sanitaria a causa de la pandemia y la ya endémica pobreza, dejando a cientos de personas quedaron atrapadas en el derrumbe de iglesias, negocios, escuelas y viviendas.
El gobierno recién asumido tras el asesinato del presidente Jovenel Moise, de Haití declaró el estado de emergencia en el Departamento Oeste, Departamento Sur, Nippes y Grand’Anse.
“Cuando se trata de necesidades médicas, esta es nuestra mayor urgencia. Hemos comenzado a enviar medicamentos y personal médico a las instalaciones que se ven afectadas”, señaló el actual jefe de gobierno, Ariel Henry. “Para las personas que necesitan atención especial urgente, hemos evacuado a un cierto número de ellos y evacuaremos a algunos más hoy y mañana".
La crisis es tal que algunos centros hospitalarios se encuentran en una verdadera crisis. “Hay mucha gente entrando, mucha gente”, indicó a la prensa el administrador del Hospital Saint Antoine de la ciudad sureña de Jeremie. “No tenemos suficientes suministros”, agregó, señalando además que el hospital incluso tuvo que instalar carpas en su patio.
“Hay informes de daños importantes en viviendas, carreteras e infraestructura”, dijo la portavoz de la Cruz Roja Estadounidense Katie Wilkes.
El sismo se produjo el sábado a las 08:29 (misma hora de Chile) a unos 160 km de la capital haitiana, Puerto Príncipe, según los datos del servicio geológico de Estados Unidos (USGS).
Crisis política de Haití
El terrmoto golpea a Haití, el país más pobre de América Latina y del hemisferio occidental en general, en un muy mal momento porque atraviesa una crisis política importante que tiene a un gobierno interino muy debilitado.
A su crisis social que se arrastra durante décadas, que le harán más difícil reaccionar a la catástrofe, se suma una grave crisis política desde que fuera depuesto mediante un golpe de Estado propiciado por Estados Unidos y Francia en 2004, el presidente Jean-Bertrand Aristide, derrocamiento del que Chile fue parte mediante el envío de «tropas de paz» por el expresidente Lagos, pues George Bush estaba concentrado en sus guerras de Irak y Afganistán, por lo que necesitó ayuda de países subordinados.
Aristide fue secuestrado por soldados estadounidenses y llevado a Sudáfrica, donde fue reconocido como presidente legítimo. El presidente era un exsacerdote parte de la teología de la liberación, que pretendía acercar a su país al eje latinoamericano liderado por Cuba y la Venezuela de Chávez, además de exigir a Francia la devolución de 90 millones de francos-oro (franco: moneda francesa utilizada en aquella época) que fueron apropiados por el gobierno francés a Haití entre 1825 y 1885.
La oposición interna y la desestabilicación desde el exterior provocaron serias revueltas, y luego un alzamiento de grupos rebeldes que el 29 de febrero de 2004 derrocaron al presidente Aristide. Asume Boniface Alexandre, un aliado de Estados Unidos que solicita a Naciones Unidas su intervención con el envío de una FMP (Fuerza Multinacional Provisional) integrada principalmente por efectivos de Estados Unidos, Francia, Canadá y Chile. Posteriormente, a partir de junio de ese año fue establecida la MINUSTAH (Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití) compuesta por más naciones y con una importante participación de países latinoamericanos como la Argentina y el Brasil.
Desde su derrocamiento y la ocupación militar del país «tropas de paz» de la ONU, Haití vive una grave crisis política que ha agravado la ya difícil crisis social y humanitaria que tiene al país en condiciones de pobreza que ha hecho emigrar a un número importante de sus ciudadanos.
Una sucesión de mandatarios no han logrado la estabilidad política ni controlar la crisis social. El último de ellos, Jovenel Moise asesinado esta noche, era duramente cuestionado por episodios de corrupción y de represión hacia su población tras una fuerte ola de protestas en 2019 -desatadas por la falta de combustible- que exigía su renuncia.