Ruta de las Semillas / resumen.cl
En los últimos 15 años, los diversos gobiernos neoliberales han construido discursivamente a Chile como “Potencia Alimentaria”. En palabras del Ministerio de Agricultura, esto significa que a partir de la: “intensificación de nuestra inserción comercial a nivel internacional y la dramática evolución de la demanda por alimentos, unido a nuestra larga tradición y capacidad agroexportadora, [se configura] un escenario de condiciones inigualables para dar un nuevo impulso a la ya exitosa estrategia agroindustrial… se trata de una oportunidad, probablemente única e irrepetible, en términos de poder propiciar el desarrollo de una potente industria de alimentos” (MINAGRI, 2006).
Al igual que las lógicas de crecimiento económico del modelo de producción capitalista imperante en Chile, esta estrategia busca que los empresarios de la industria agroalimentaria –entre ellas la industria semillera- sean los que constituyan y aprovechen esta “oportunidad de mercado”, intensificando su producción y profundizando la desigualdad socioeconómica en sectores rurales. Sin embargo, posterior al 2011, esta lógica de crecimiento se ve cuestionada, ya que mantener el modelo de desarrollo significa acrecentar las desigualdades. Es por esto, y manteniendo la lógica de capitalizar discursos contrahegemónicos, el gobierno de la nueva mayoría toma esta propuesta de “Chile Potencia Alimentaria” y la “socialdemocratiza”, o sea que la transforma mediante la “modernización” de la “agricultura familiar”.
Dicho esto, como Ruta de las Semillas quisimos dar a conocer el tipo de agricultura que está siendo subsidiada, ya que así podemos entender las fuerzas políticas que existen detrás de la propuesta de aprobación de la UPOV-91 (hoy en día a través del TTP). Una de las primeras informaciones que queremos entregar, es que el Estado de Chile le ha entregado a la agroindustria semillera un total de $3.510.340.025* (tres mil quinientos diez millones, trescientos cuarenta mil veinticinco pesos chilenos) en los últimos 12 años. Por otro lado, y a modo de ejercicio, podemos ver que a organizaciones que realizan producción campesina agroecológica solo se le ha transferido 1/7 (un séptimo) de los recursos entregados a la gran industria.
Ahora, si desmenuzamos este subsidio a la agroindustria semillera, podemos señalar que: i) el Estado de Chile ha subsidiado durante 12 años a empresas de origen extranjero, las cuales obviamente no capitalizan o reinvierten sus excedentes en nuestro país; ii) el Estado está subsidiando empresas que deterioran los territorios mediante sus cultivos intensivos y sus paquetes tecnológicos basados en químicos sintetizados; iii) el resto de empresas de la agroindustria se camufla en la figura de ANPROS A.G, ya que esta es la que aparece recibiendo recursos públicos; y iv) de todos los gobiernos neoliberales, es durante el gobierno de Sebastián Piñera donde las empresas semilleras recibieron mayores transferencias… con un total de $2.540.218.444 (dos mil quinientos cuarenta millones doscientos dieciocho mil cuatrocientos cuarenta y cuatro pesos chilenos).
Dicho lo anterior, no solamente podemos decir que existe una mantención de la lógica de “Chile Potencia Alimentaria”, donde se ha subsidiado al rubro semillero producto de su “alto nivel competitivo”, sino que además el Estado está subsidiando la clase que más tiene: los empresarios. Por otro lado, podemos evidenciar que no existe el supuesto apoyo a la agricultura familiar campesina por parte de los gobiernos neoliberales (agricultura que alimenta a más del 70% de la población mundial), sino que al contrario, apunta a subsidiar una industria que genera acumulación de riqueza a partir de la privatización y comercialización del patrimonio biogenético de nuestro pueblo: las semillas.
Dada esta información, podemos concluir que los gobiernos neoliberales han venido subsidiando un modelo de desarrollo empresarial que expulsa campesinos/as de sus territorios, que está destruyendo permanentemente los ecosistemas de nuestros lugares y que no aporta en nada a la soberanía alimentaria. Es más, podemos afirmar que lo “competitivo” del sector empresarial (no solo semillero, sino que salmonero, forestal, etc.) se debe a que permanentemente les estamos subsidiando su producción, infraestructura y conectividad. O sea, resquebrajando su principal bastión ideológico: el libre mercado.
Finalmente, es importante señalar que hoy en día el Estado no solo financia a la industria semillera internacional (Pioneer, Syngenta, Monsanto, Bayer, entre otras), sino que también está financiando investigación para argumentar y así apoyar la adscripción de Chile a la UPOV-91. Exijámosle al Estado lo que corresponde:
¡NO MÁS FINANCIAMIENTO A LA AGROINDUSTRIA!... no más financiamiento a la industria semillera en chile! ¡Que todos los fondos públicos vayan hacia la agricultra familiar CAMPESINA-AGROECOLÓGICA AHORA! * Información reconstituida a partir de ley de transparencia