El núcleo transdisciplinario proyecta este año el encuentro Futurologías Latinoamericanas, una invitación a pensar los usos que hacemos de las tecnologías desde una realidad local y global.
Paulina Barrenechea Vergara / resumen.cl
La transdisciplina, aún hoy, es pensada más como concepto que como práctica. Se olvida que su potencia no radica sólo en ir “más allá” de las disciplinas, sino que en la posibilidad de generar nuevos diálogos y relaciones para comprender el mundo desde la unidad del conocimiento y el compromiso social. Este pulso lo comprendió bien, en Concepción, el Laboratorio Cultural Singularity Sur, cuyo trabajo, entre los años 2012 y 2014, propuso un cruce de lenguajes entre distintas áreas (visuales, escénicas, científicas, sociales, comunicacionales) para crear una red creativa, investigativa y de divulgación científica. Lo que se hilvanó en ese laboratorio, emerge, posteriormente, en nuevos proyectos integrales como la plataforma Toda la Teoría del Universo (TTU).
A partir del año 2015, TTU abrió su recorrido de encuentros análogo/digitales, convocando a colectivos y personas a residir, formar y co crear en la región, a partir de ciertas premisas que le han ido dando un sentido, diremos, histórico a la acción. Ese primer año la propuesta fue Pequeñas Migraciones Internas, cuya convocatoria estuvo centrada en el área de formación en los ejes de programación, el hacking y el arte sonoro. El año 2017, la premisa fue Rudimentos, que convocó a gestorxs, productorxs/hacedorxs y artistas a releer esta noción originaria del acto creativo, a través de talleres, charlas y, por primera vez, pensando en nuevas comunidades como la niñez. Un año después, se activó el Sampleo Latinoamericano, con el llamado a un encuentro/festival que tuvo dos versiones y se entramó a otras instancias a nivel latinoamericano. Toda La Teoría del Universo, actualmente, enfrenta y dota de contenido este 2020 con Futurologías Latinoamericanas.
Cuando se trata de pensar la construcción de conocimiento, esta red de personas lo hace siempre a partir de un zoom out disciplinario, siendo una labor política y afectiva el investigar y experimentar los devenires tecnológicos de manera libre, desterritorializada y activando todos los sentidos posibles. Si hay algo que define a TTU es su narrativa azarosa, desplazada de los relatos contingentes (sin quitarle una pizca de politicidad), su poética visual audaz y, sobre todo, sus modos de hacer en términos formativos y creativos. Nos reunimos con Susana Chau y Andrés Morales, integrantes de la plataforma, para conversar sobre los relatos y experiencias que han dado vida a Toda la Teoría del Universo, sus miradas en torno a cómo producimos conocimiento hoy y lo que propone Futurologías Latinoamericanas.
Me gustaría arrojar un primer eje de conversación relacionado con las genealogías de Toda la Teoría del Universo. ¿Cuáles han sido las grandes transformaciones o giros que ha vivido la experiencia TTU desde el año 2015?
Susana: TTU partió siendo un proyecto de Singularity Sur, como una formación en artes mediales. Queríamos y pensábamos que era súper importante instalar el discurso de las artes mediales en Concepción. Siempre pensé que, siendo una ciudad tan académica, no se dieran tanto los laboratorios trans e interdisciplinarios. Los modos de reflexionar las cosas son siempre por área, nunca en conjunto. Queríamos debilitar el ego del académico o de la academia, por así decirlo.
Andrés: Me parece importante entender el proceso como parte de hartos otros procesos, incluso previos a Singularity Sur, y que son encuentros de personas en un espacio que se llamaba Galpón UBB, en la Universidad de Biobío. Ahí es donde nos conocimos con la Susana y con el Braulio, con el Paulo Fariña y el Zapata, que luego también formarían parte de Singularity Sur, entre otras/os. Los chicos, que venían desde la ingeniería, de la arquitectura, de ciencias más duras y técnicas, se encuentran con nosotros que trabajábamos desde las humanidades, las ciencias sociales y desde las prácticas artísticas. Ese fue el punto de explosión de todo lo que después aparece. Singularity fue el intento de sistematizar esas experiencias transdisciplinarias. TTU siempre lo he pensado como un proceso de obra o un proceso de investigación. Constantemente, nuestros modos de hacer se están pensando a sí mismos y vamos buscando las maneras de que el proyecto se conecte a nuestros procesos de investigación personales o colectivos para generar una voz común, una “Voz de TTU”. Ella es la que habla en las redes sociales, la que habla en la página. Casi todos nuestros textos son escritos de manera colectiva y vamos construyendo un relato que es común y se ve reflejado, también, en la dirección de arte, en lo audiovisual. Si revisamos el archivo, todas las versiones son súper distintas, visual o editorialmente. No nos estancamos en una forma de hacer el festival, hacerlo para los medios y reproducir la misma fórmula todos los años. No sé cuál es el objetivo de la gente que hace eso, porque a nosotros nos hace más sentido construir un nuevo relato anual, de manera súper colectiva y común, trabajando con el equipo y tratando de integrar al máximo a todas las personas que trabajan ahí.
Susana: En ese sentido, creo que igual tiene que ver con el tema de equipo y cómo las personas se van integrando a él, porque todos los años, cuando se integra gente nueva, tenemos que hacer una inducción. Es súper difícil explicar que TTU tiene un corazón, un alma, de un movimiento que cobró vida por sí misma desde la versión uno que fue Pequeñas Migraciones, ¿creo que tú tomaste uno de los talleres o no?
Sí. Fue la primera edición de Toda la Teoría del Universo.
Susana: Nosotros nunca nos preparamos para ver tanta propuesta de taller y ahí pensamos que esto es mucho más grande de lo que pensábamos y visualizábamos, Hay una red de personas mucho más grande, y es a través de ese conocimiento, de esa red, que también hemos nutrido el proyecto. Por ejemplo, que el encuentro sea latinoamericano es, precisamente, porque postulamos a un festival que se hizo en Contulmo, el año 2015, y conocimos a Marco Valdivia, de Perú, que organiza Reudo y a Jucsay , quien nos invitó al Festival de Artes de Sachapuyu. Con Andrés vimos un modelo de festival que nos agradó y lo extendimos al nuestro. Nos importa el contacto que hay en/con las personas, lo que generan estas neuronas que se van juntando y repensando. Eso es súper bonito. A mí me gusta caleta y creo que el sello que se le ha dado desde entonces es que tiene que ser casero. Había ido a Santiago muchas veces a encuentros de artes visuales contemporáneas o de nuevos medios y me parecía que todo lo que se hacía allá era súper frío. Tú estás conociendo gente ahí y no puedes ser tan ejecutiva, porque igual estás para generar comunidad.
Andrés: Si y otro giro importante también ha sido que el 2015 se hablaba mucho de las artes mediales o los nuevos medios como una categoría muy estática. Y es que era la categoría que más nos permitía acceder a fondos y profesionalizar lo que estábamos haciendo. Entonces, un giro importante ha sido cómo nos vamos alejando de esa categoría estática y vamos incorporando otros saberes a partir de lo que vamos conociendo, con personas específicas que van entregando sus conocimientos y no están adscritos a esto de los nuevos medios, incluso en el equipo. Por ejemplo, hace unos años llegó el Pablo, que trabaja en las jugueterías, que es un área media híbrida entre el diseño y los nuevos medios. También hemos abierto convocatorias para gente que trabaja desde la antropología audiovisual, que también son saberes que están entremedio. Nos hemos distanciado de esa categoría absoluta y cada vez estamos más abiertos a una transdisciplinariedad que diluya las categorías.
Susana: Los entremedios son toda la gente que trabaja en las áreas grises, porque es como “¿es antropólogo, es artista? ¿qué wea está pasando aquí?”.
Creo que TTU, en cada versión, comparte saberes bien audaces. De hecho, aún hoy, se habla de transdisciplina como si esta fuera brujería. En ese sentido, ¿Qué incomoda TTU como proyecto? ¿Qué relatos tensiona?
Susana: Yo creo que lo que tensiona es precisamente la idea sobre qué es este proyecto, que no tiene categoría o categorías claras y súper académicas. Como tú comentas, creo que la transdisciplinariedad es un poco como la brujería, porque la gente no se abre a intentar cruzar su modo de hacer con otro y poder generar un producto híbrido y que no venga plenamente de él. Por ejemplo, nosotros, que hacemos los textos y editoriales renunciando a una autoría personal. Personalmente, estuve leyendo los documentos de la CEPAL de Ciencia y Tecnología en Latinoamérica, desde la revolución industrial hasta ahora, como para ir entendiendo los procesos del desarrollo tecnológico en Latinoamérica. Igual son pajas que uno se da para poder convertirlo en otra cosa. Creo que desde el hacer más tradicional, que podría ser el académico o institucional, no se comprende o se cree muy pretencioso, entonces, la gente tampoco está tan abierta al tema de trabajar como alternativa realmente, pasa que genera como un ruidito.
Andrés: Precisamente, incomoda al relato académico e institucional. El conocimiento está enclaustrado en ciertas instituciones, pensamos que –sobre todo en las condiciones actuales del mundo- que el conocimiento debe ser más libre y debe haber más posibilidades de que podamos acceder a ese conocimiento de múltiples formas. El paradigma universitario cada vez se está cayendo más y estamos felices de eso. Por otro lado, creo que también en algún momento teníamos tensiones concretas con esta idea cada vez más instalada y que tampoco prosperó mucho que son los espacios maker, que son esta idea media europea de industrias creativas, del emprendimiento, de la tecnología para el desarrollo. Nosotros sentimos, por ejemplo, que la versión del 2017-2018 apunta un poco a la tecnología precaria, al ir para atrás incluso. Ampliar nuestra forma de entender lo técnico y qué es lo que está en disputa ahí. En definitiva, lo que queremos es tensionar a la industria creativa y la academia del siglo pasado.
Susana: Yo creo que también una reflexión con sentido territorial y de cómo producimos tecnologías. Por eso el festival es latinoamericano, porque somos una colonia con sus distintos matices culturales. Nuestra forma de hacer tecnológico tiene mucho que ver con nuestros rasgos coloniales, entonces, está la idea de que siempre hay que producir tecnología del futuro, pero nosotros estamos llenos de saberes que vienen de hace mucho. Nuestra mezcla como colonia tiene afrolatino, tiene mucho de indígena, de mestizo, de criollo. Nuestra tecnología es súper funcional, aún no entra tanto el rasgo estético que entra a través de las artes mediales o de las artes y las tecnologías. Y otro tema que nos ha costado mucho instalar, sobre todo en Concepción, es que no hay una reflexión sobre cultura digital. Ahora está súper en boga, pero nosotros estamos listos para este momento hace años.
Me engancho de eso para preguntarles ¿Cómo es la relación que como equipo y proyecto tienen con la contingencia social y política? Lo pregunto porque ha resonado la reactividad, por ejemplo, de la escena artística frente a las últimas coyunturas y me gustaría saber cómo TTU se piensa en ese escenario.
Susana: ¿Cuál es la necesidad de los artistas de tener una respuesta inmediata? Yo no lo sé, nosotros igual tratamos de que este sea un proyecto robusto teóricamente. Futurologías Latinoamericanas, por ejemplo, viene desde el 2017 gestándose. Cuando vino Juliana Gontijo, ella nos trajo la idea de arqueologías mediales, futurología y nosotros dijimos que sí, esto es algo que veníamos pensando y que es muy parecida a la idea que teníamos. Creo que a todo TTU le impactó que haya habido una respuesta tan inmediata, por ejemplo, en el tema social y que inmediatamente los artistas empezaran a generar obra y, ahora, es otro contexto y empezamos a hacer como arte pandémico.
Andrés: Se crea otra categoría al toque. Nosotros somos bien lentos, nos cuesta digerir las cosas, por nuestras personalidades, entonces, el proyecto agarró esa personalidad. Si pasa algo, nosotros reaccionamos, pero no desde el ego del artista que pasa algo y al tiro tiene que decir algo. Nosotros hemos estado en un proceso bien interno, como de estar conviviendo con esto, en la medida que nuestro cuerpo y nosotros mismos convivimos con él. Creo que es súper importante eso que dice Susana, pues esta versión que estamos proyectando ahora para el festival son cosas que nos cuesta madurar, estamos todo el rato ahí absorbiéndolas.
Susana: Latinoamérica funciona en base a crisis constantemente y yo no podía pensar en otra cosa que eso. Nunca prevemos. Todas esas cosas de que el futuro está aquí y con las mascarillas y la ciencia ficción, en realidad se ve que nunca vemos futuro o nunca hacemos una propedéutica sobre cómo deberían funcionar las cosas. Ese es un grave error tanto a nivel político como a nivel social y cultural. Porque dime ¿tú crees que hay una idea de país? No hay un proyecto país, y eso incide netamente en nuestras culturas. Vemos, por ejemplo, a Argentina o Perú, que están mucho más avanzados que nosotros en estos temas, o sea ellos tienen una relación con lo digital y la tecnología súper distinta a la de nosotros. TTU se trata de eso, de ver como relacionamos nuestros discursos y nuestras historias a través del desarrollo tecnológico, que se abran a través del arte y puedan incidir o nos permita identificarnos.
Para Futurologías Latinoamericanas, la nueva versión de TTU para este 2020, ¿Cómo están enfrentando esta experiencia que es digital, pero también análoga, en el contexto de encierro?
Andrés: Creo que ha ayudado harto el contexto de encierro, porque permite poner en una potencia más fuerte, precisamente, lo que veníamos hablando hace bastantes años en torno a la cultura digital y otros usos de sociabilización. Ahora mucha gente está hablando del streaming o de la tele presencia así es que siento que por ese lado, también, permite que nos conectemos a otra audiencia que podrían pensar que todo esto no es algo que sólo hacen los ñoños. Por otro lado, creo que afecta en la idea primordial de TTU que es el encuentro, de verse cara a cara y desde ahí tejer afectos y redes.
Susana: Hay gente que ya empezó con las entrevistas, los conversatorios, pero nosotros somos mucho más lentos y necesitamos digerir un poco cómo hacer las cosas. Queremos empezar a conversar con gente relacionada con la cultura digital y con toda el área de nuevos medios, arte y tecnología. Hay gente que viene trabajando eso hace rato, como la Sandra Vargas, en video danza. Antes del 2015, eran sólo la Sandra, la Valentina Villarroel o la Lorena Muñoz Bahamondes, quienes estaban proponiendo en Concepción, que por lo demás es un lugar súper difícil para instalar nuevos temas o nuevas reflexiones. Concepción tiene su ritmo y se cree muy bacán pero es muy poco audaz. Ha pasado que con este tema de la virtualidad y la situación covid en todo el mundo, se nos han acercado más plataformas de Latinoamérica a conversar con nosotros. Es súper raro tener reconocimiento a nivel latinoamericano en el área, pero en Concepción no sé, es como si orbitáramos arriba de esta ciudad.
Andrés: Igual siento que tenemos la esperanza aún de que podamos seguir con el plan inicial intacto y que la gente de Latinoamérica pueda venir y podamos vernos y hacer todo de manera presencial. Entonces, en esa lentitud igual estamos estirando el chicle y esperando que ojalá podamos hacer eso y no tener la necesidad de trasladar fondos para hacer cosas virtuales. Pese a ello, veníamos pensando hace un rato en una convocatoria de ensayos transmediales, que es una acción que sí se puede desarrollar de manera online. Ese es el primer hito de Futurologías Latinoamericanas.
Los aspectos formativos y mediadores de la programación de TTU, en todas sus versiones, es un eje relevante. ¿Desde qué perspectivas lo piensan? ¿Sumar nuevas nuevas comunidades, en términos de saberes y subjetividades a la experiencia TTU, es un desafío?
Susana: En algún momento tuvimos TTU niños y, personalmente, creo que es necesario volver a tener esa área. En términos de desafío y relación con las personas en situación de discapacidad, por ejemplo, ninguno de nosotros tiene esa experiencia y necesitaríamos trabajar con alguien que le interese el tema y que entienda lo que nosotros producimos como equipo o como colectivo. No sé si en el fondo nosotros somos los discapacitados que somos incapaces de entender que tenemos que aprender otros modos.
Andrés: De todas maneras nosotros hicimos un taller gestionado por Diego Pérez y a cargo de Feliz Pino-Kovalenko, donde trabajamos con niños y niñas en situación de discapacidad cognitiva. Fue el año 2017, en el marco del TTU Niños, y se llamó Homo Sonorum.
Susana: Si bien todos los TTU tienen un momento distinto, para mí, te lo digo desde una corporalidad femenina, creo que el año 2018 fue importante porque al fin logramos paridad de invitados en lo binario y también fue como un momento donde vivimos conflictos por la no paridad de género. Por eso para mí es súper importante que en algún momento se pueda convocar a disidencias de género y sexuales.
Andrés: Como proyecto creo que precisamente es un desafío el tema de la mediación. Es uno de los puntos más débiles que tenemos. Siempre ha sido complicado para nosotros poder socializar lo que hacemos, porque también ha sido un proceso muy mezclado a lo personal. Hemos estado tratando de entendernos a nosotros mismos para poder tener procesos de mediación efectivos. A mi igual me interesa las próximas generaciones, cabros que están saliendo del colegio, que están encaminándose al mundo de la universidad y que se amplíe la audiencia a personas que puedan aplicar concretamente los saberes que nosotros podamos transmitirles, a través de esta red de experiencias en Latinoamérica.
Un buen canal mediador puede ser también lo comunicacional.
Susana: Eso igual siempre lo estamos pensando, no sólo con las comunidades abiertas sino con la misma comunidad cultural de la ciudad. Hay unos fallos ahí de comunicar los proyectos, de entenderlos y de entendernos, porque aún tenemos muchas distancias entre nosotros. Falta un canal de comunicación que nos haga dialogar, no con el espíritu de competir, ni de pelear, sino que de entenderse.
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Susana Chau: Coordinación General y Comunicaciones
Andrés Morales: Producción Ejecutiva y Realización Audiovisual
Cristian Toro: Dirección de Arte y Comunicación Visual
Pablo Arancibia: Producción en Terreno
María José Mendoza: Producción General
Arturo Barra: Realización Audiovisual
Victoria Rivas: Redes Sociales
Virginia Torres: Gestión de Medios
Felipe Ayuy: Desarrollo Web
Sol Jorquera: Fotografía
Constanza Alarcón: Asistencia de Producción y Fotografía
Esteban Henríquez: Asistencia de Producción
Sebastián Rivas: Asistencia de Producción