[resumen.cl] Venezuela, nuestro pueblo hermano, vive tormentosas horas desde hace bastantes semanas, amenazado por la violencia desatada por despreciables grupos fascistas y racistas de la derecha local que no han dudado en quemar vivas a personas que transitan por las calles por solo "parecer" chavistas. ¿Quién podría dudar del financiamiento y apoyo por parte de la oposición burguesa como grupos de choque? ¿Quién podría dudar que hay una colaboración de EEUU y algunos gobiernos latinoamericanos asesorando a los cabecillas políticos de la oposición? ¿Quién podría dudar que hay un plan de desestabilización e intervención militar extranjera?
No se trata de Maduro, ni de Chávez, sino del conjunto del pueblo venezolano. Nuestra tribuna ha sido utilizada también para publicar incisivas críticas al proceso venezolano, lejos de una mirada acrítica con las tendencias burocratizantes y socialdemócratas, pero opuestas y antagónicas de la oligarquía golpista y fascista.
No somos ni seremos los primeros en exponer que hay serias deficiencias, abiertas contradicciones y diferencias dentro del proceso bolivariano y del propio chavismo -una izquierda marcada por el “golpe de timón” de Chávez, una incrustada en distintos aparatos con otros intereses, otra militar, otra que ha buscado y busca conciliación con las capas más permeables del fascismo y la burguesía venezolana y también otros bastantes que se han beneficiado del proceso contribuyendo al crecimiento y al desprestigio del chavismo constituyendo la mentada boliburguesía.
¡Qué problema más cuesta arriba que unir al chavismo, sin Chávez!
Puede ser cuestionable el llamado de Maduro a un nuevo proceso constituyente –llamado hecho desde las cúpulas del PSUV-, en el sentido que los protagonistas de dicho acción no son precisamente los sectores de base más comprometidos con el proceso, sino sus representaciones, muchas de ellas cuestionadas. Puede ser criticable Maduro, Cabello, entre otros. Se puede ser polemizar el proceso revolucionario bolivariano, pero dichas dudas y posibles salidas a la difícil situación de los hermanos venezolanos están en sus propias manos, no en las nuestras, ni tampoco en una intervención extranjera que buscará adueñarse del Petróleo y otros recursos naturales, para transformar a Venezuela en otra Libia, Irak, Afganistán o Siria. Lo que sí está en nuestras manos es levantar la voz y realizar acciones para impedir una nueva asolada imperialista en nuestro continente.
Las riquezas naturales han sido, paradojalmente, la miseria de los países latinoamericanos. Nuestros pueblos han estado condenados al robo, al despojo, la explotación y a los impactos socioambientales de la extracción de materias primas para alimentar las economías de las potencias imperiales, particularmente, la del avasallador imperialismo norteamericano. Venezuela hoy, como el Chile de Allende en su momento, podría quebrar esa lógica de rapiña, brutal y mañosa, para tratar de transformar esa riqueza natural en propiedad social, en beneficio colectivo para las necesidades reales de la población y no de capitales locales ni potencias extranjeras.
En este sentido, precisamente, también hay que alertar sobre el peligro que implica que Venezuela busque complementar el modelo rentista petrolero con la extracción minera de coltán, diamantes, hierro, oro, bauxita y otros minerales en la zona selvática del denominado Arco del Orinoco.
Estas nuevas riquezas naturales podrían generar daño a gran escala en una extensa zona considerada de importancia para la conservación de la biodiversidad global y también podrían aumentar el interés de intervenir el país por mega corporaciones y potencias imperialistas del hemisferio norte.
Creemos que es necesario apostar porque una estrategia emancipatoria real llegue a buen puerto en Venezuela y además, que contribuya a despertar al vapuleado pueblo latinoamericano y esta izquierda impávida, casi fantasmagórica ante las reconfiguraciones geopolíticas de estados injerencistas y codiciosas megacorporaciones multinacionales.
No basta con saber que la información con que nos bombardean desfigurando y exagerando hasta la ridiculez la realidad que se vive en Venezuela sea producida y manejada por el imperio estadounidense y sus lacayos, reproduciendo, una vez más, métodos propios de guerra psicológica y lavado de cerebro que los yanquis ya usaron en variados otros casos de agresiones e invasiones por el mundo, como el preludio de la invasión en Irak en 2003 o la destrucción estado libio en 2011, por ejemplo.
No basta con la certeza de que la oligarquía y el fascismo venezolano no tengan el dominio sobre las fuerzas armadas de Venezuela, como sí ocurre en la gran mayoría de los países latinoamericanos, en especial sudamericanos y para qué decir en Chile, donde las fuerzas armadas y policiales son un cuerpo armado de la burguesía al servicio del imperialismo, siempre dispuestas a salir en defensa de los intereses de poderosos amos locales e imperiales. La comparación con el caso chileno es más que válida. En Chile, el fascismo tardó tan solo tres años en derribar a Allende y derrotar al pueblo por este pequeño detalle de quien detenta el poder de las armas. Pero no basta con constatar esta gran diferencia y conformarse con eso puesto que la misma constatación la hicieron ya también los fascistas y los yanquis hace rato. Desde hace rato intentan también atraer hacia sus bandas armadas y de choque a sectores de las fuerzas armadas y policiales venezolanas, de inventar “Rambos” y caudillos de pacotilla para tratar de romper la unidad y el discurso de apego popular de los uniformados. Éstas fuerzas armadas siguen siendo la garantía de continuidad del proceso bolivariano en Venezuela.
No, no basta con eso. El pueblo venezolano necesita del apoyo de los pueblos latinoamericanos, de la solidaridad y hermandad de los oprimidos, de la conciencia del derecho a la autodeterminación, de la presencia activa en las “redes”, en los medios alternativos y en las calles del mundo de una nueva conciencia de izquierda.