Por Manuel Cabieses Donoso
La real importancia del plebiscito del 4 de septiembre consiste en que es para el país un pasaje al futuro. Las fuerzas conservadoras –de derecha y centroizquierda- han apañado una vez más una colosal estafa política. Reintentaron en la mañosa convocatoria a la Convención Constitucional desviar a sus propios intereses las demandas que el pueblo reclamaba en las calles. En esta oscura operación –que hacía de los dos tercios el bloqueo de la democracia- participaron incluso los líderes del Frente Amplio. Eso permitió que la coyunda electoralista del “socialismo democrático” (ex Concertación) definiera la elección presidencial y se apoderará del botín ministerial.
La “valla insuperable” de los dos tercios resultó arrasada por la inundación del voto popular. Los 154 convencionales que redactaron la nueva Constitución representan de manera legítima no solo una amplia mayoría democrática. Son también una expresión irrefutable de un Chile pluriclasista y plurinacional. La propaganda conservadora –supermillonaria y delictual en sus procedimientos- ha intentado caricaturizar a los convencionales democráticos. Pero no lo ha conseguido. Los miembros de la primera Convención democrática en la historia de nuestro país, es la imagen franca de este pueblo que habita una franja de tierra entre cordillera y mar. Una amplia mayoría de jóvenes trabajadores y estudiantes, científicos, artistas, luchadores sociales, pueblos originarios, disidencias sexuales, militares, policías, forman el ejército que reclama igualdad de derechos. Los chilenos, cuya historia está plagada de masacres, guerras civiles y golpes traicioneros, iniciaron un futuro como el que propone la Convención. Un futuro solidario para compartir los frutos del esfuerzo común.
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Sin embargo, los partidos políticos, el escalón más bajo de la institucionalidad, intentan apoderarse de los eventuales resultados del plebiscito. Tanto los partidos conservadores, oficiantes rentados de la oligarquía, como los circenses partidos de la “democracia social”, aguardaron como caimanes el resultado de la Convención con el propósito de secuestrar otra vez la victoria honorable de un pueblo tantas veces humillado. Ambas coaliciones “políticas” han preparado sendos compromisos para cambiar las propuestas de la Convención en un Congreso Nacional que ya no representa a nadie.
Así y todo hay que asegurar el 4 de septiembre una arrasadora victoria del Apruebo. Se pueden tener discrepancias con un u otro artículo de la propuesta. Es imposible una Constitución que satisfaga los intereses y creencias de 15 millones de electores repartidos en más de 10 clases y sectores sociales. El triunfo del Apruebo permitirá construir el movimiento político y social que haga validar los derechos que propone la nueva Constitución. Hay que ir sembrando semillas en ese sentido. Por ejemplo las agrupaciones ciudadanas, poblacionales y familiares: los “girasoles” que proponía el arquitecto y militante revolucionario Raúl Pellegrin Arias.
Mi hermano ideológico Héctor Llaitul , otra vez en prisión, encarna no solo la ejemplar lucha mapuche. Representa también la dignidad de una especie política que no ha sido destruida por la corrupción y el oportunismo. Juntos somos cientos de miles.
¡Venceremos!