Universidad de Concepción: debatir su perfil

La derrota del Lavanchismo pone fin a un paréntesis de 20 años, periodo aún mayor al de los rectores delegados impuestos por la dictadura, y en el que la Universidad de Concepción se desperfiló, tanto de su autoproclamado rol público y, más importante aún, del compromiso con la ciudad; como consecuencia de ello, ha perdido identidad y trascendencia a nivel nacional. La dictadura fue un periodo de horror para la Universidad de Concepción, recordemos que sus instalaciones fueron objetivo principal para las militares golpistas, quienes ocuparon el campus del campanil a las 04:00 A.M. del 11 de septiembre de 1973; no en vano el Memorial de la Laguna Los Patos luce una larga nómina de detenidos desaparecidos y ejecutados políticos, todos ellos caídos durante la administración de la junta militar. La universidad intervenida por los militares vivió el ignominioso cierre de carreras, destruyeron su patrimonio académico y cultural, persiguieron a estudiantes, trabajadores y profesores universitarios. Pero, a principios de los ochenta, tanto académicos, estudiantes y trabajadores resistieron a las autoridades designadas por el régimen y lucharon por la defensa de la universidad, de la educación pública y por la democracia. En este contexto, no fue casualidad que en 1983 los estudiantes de Concepción reconstruyeran la primera Federación de Estudiantes elegida democráticamente. Los grados de participación universitaria conquistados desde la reforma universitaria, en 1967, no se han recuperado, tampoco lo ha hecho la incidencia de la Universidad en el enriquecimiento cultural de la comunidad penquista. Más bien, ésta ha quedado relegada a un rol de comercializadora de acreditaciones académicas y, junto a ello, de realizadora de investigaciones orientadas a sofisticar los procesos productivos de la industria primario exportadora o bien de emisora de informes tendientes a velar la gravedad de los impactos ambientales de estas mismas empresas. En síntesis, en estos últimos 20 años, la Universidad de Concepción se ha desenvuelto en el engranaje propio del sistema de autofinanciamiento y los miembros de la Corporación que la dirige no han manifestado un signo de disconformidad, ni una seña de preocupación por la pérdida de patrimonio institucional, por la falta de transparencia en sus manejos financieros, por el espurio vínculo con “el mundo privado” o por la precariedad laboral a la cual se ha sometido a sus trabajadores y trabajadoras. En pleno apogeo del movimiento estudiantil de 2011, el Rector Lavanchy se cuadraba con las instituciones defensoras del lucro, buscando alianzas con rectorías de universidades privadas. Lavanchy condujo a la universidad, en estos últimos 20 años, por oscuros senderos y la falta de democracia interna facilitó los fallos en cuanto a la transparencia, balances auditados durante años por Price Watherhouse Cooper (la misma empresa de los casos Cascadas y La Polar), denuncias de maltratos y despidos injustificados de académicos y trabajadores, estudiantes negados de toda participación al interior de la Universidad son prueba de ello. Lavanchy significó retrotraer a la Universidad a los años dictatoriales agregando el espíritu empresarial al autoritarismo del que se intentó escapar por décadas. Hoy hay nuevo rector electo, el profesor Carlos Saavedra, él ha prometido una nueva etapa para la Universidad de Concepción, ha señalado -a pocos minutos de ser electo: “Pienso que a partir de hoy podremos construir esa universidad que anhelamos, transparente, democrática, participativa, inclusiva y abierta a los debates del siglo XXI, una universidad que nace y crece desde provincia, pero definitivamente recuperaremos la vocación de metrópolis de Concepción para liderar procesos a nivel nacional". Este proyecto se encuentra efectivamente en el centro de la discusión y abre preguntas que la nueva administración deberá responder, ¿Será posible romper con el lucro en la Universidad? ¿Generará nuevas alianzas con la comunidad? ¿Se abrirá un espacio para repensar la democracia universitaria?, muchas incógnitas que este nuevo tiempo propone.
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