Uruguay: Sendic, el revolucionario

altEl nomenclator de las ciudades es un instrumento para la formación espiritual de los ciudadanos, transmite valores y determinada visión de la historia nacional. Si la avenida más grande de Montevideo luce el nombre de Venancio Flores, la intención política es inducir respeto a la memoria del personaje y olvidar el hecho incontrovertible de que fué un genocida al servicios de los británicos.

Los nombres de Rodney Arismendi, Líber Seregni, Wilson Ferreira Aldunate, Amílcar Vasconcellos, Dan Mitrione, Pascasio Baez y los cuatro soldados figuran en calles y plazas de Montevideo, pero es notorio que las autoridades han olvidado a Raúl Sendic, hecho que puede obedecer a cualquier razón menos a la inocencia. Tal vez sea, hasta para ellos, una contradicción demasiado flagrante reivindicar al conductor del movimiento tupamaro sin hacerlo con el contenido revolucionario de su pensamiento. Ostracismo total, como el sufrido por el ideario de José Artigas durante décadas. Apenas lo salvó el esfuerzo de un colectivo que colocó una placa con su nombre en la plaza que vergonzosamente recuerda a Samuel Lafone, esclavista, representante de la banca británica, financista de los que traicionaron al artiguismo.

El ideario de Sendic es un compendio de duras críticas al capitalismo. Bajo su pluma cae el latifundio, al que responsabiliza del éxodo de la población rural, de ser la traba del país productivo y de provocarr la pobreza del cordón periférico de Montevideo; condena asimismo a la banca extranjera, por inmoral y pirata, la responsabiliza de forzarnos a contraer deuda externa para satisfacer las necesidades de invertir capitales ociosos, deuda que luego pagamos con la baja del poder adqusisitvo de los asalariados. Raúl Sendic no era un hijo del capitalismo.

El ideario de Sendic es una bandera de justicia. Las últimas palabras que escribió en vida, las envió en apoyo de quienes luchaban por Verdad y Justicia en el plebiscito del 16 de abril de 1989. Sus últimos artículos periodísticos fueron una condena a los militares argentinos que, en enero de 1989, desaparecieron, asesinaron y torturaron a los detenidos en la toma del cuartel de La Tablada en Buenos Aires. A la hora de condenar los crímenes del terrorismo de Estado, los que vacilan abren las puertas a otra dictadura; Sendic estaba muy lejos de olvidar y perdonar.

Raúl Sendic nos convoca a erradicar los valores morales alienantes surgidos de una forma de vida regimentada por el afán de lucro, el consumismo y la competencia. Admirador de la Revolución Cubana, crítico del “socialismo real”, jamás dejó de luchar por una moral socialista con individuos generosos y solidarios, que entregan al colectivo social mucho más de lo que reciben de él. Emociones y sentimientos que tejan una telaraña social de mujeres y hombres vinculados entre sí en el mismo plano de igualdad y respeto que existen en las comunidades de los pueblos originarios o de los que debieran existir entre los dos géneros humanos.

Sepan que rinden homenaje a un revolucionario, un hombre que consagró su vida a la lucha por la revolución, un hijo del socialismo. Sepan que vuestro homenaje conmueve las fibrás más íntimas de quienes lo dimos todo sin pedir nada y hoy nos sentimos abandonados e impotentes por la ausencia del que nació en Chamangá el 16 de marzo de 1925.

¡Habrá patria para todos o para nadie!

¡Arriba los que luchan!

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