Una unidad de veinte paramilitares ingresó desde Colombia a Guasdualito, y otros elementos fueron movilizados desde Aragua a la ciudad de San Fernando. Así denunció Orlando Zambrano, diputado a la Asamblea Nacional. Apure, hasta el momento en relativa tranquilidad -exceptuando la quema de bancos en diciembre- pasó a ser un territorio priorizado en el plan de violencia insurreccional.
Por Marco Teruggi
El objetivo, con el ingreso de esos grupos, es generar destrozos, ataques focalizados, y asesinatos de líderes chavistas. Su inserción desde fuera responde a la imposibilidad encontrada hasta el momento de desarrollar esas acciones con grupos ya instalados, debido al desarrollo chavista en el territorio. Ante eso se reforzó con la siguiente ecuación: cada paramilitar pasará coordinar un grupo propio, veinte paramilitares se transforman en veinte células desplegadas con armas de guerra, entrenamiento y estructura militar. Con Apure se densifica el despliegue paramilitar que tiene como objetivo final Caracas, centro del poder político.
El diseño tiene como retaguardia profunda Táchira. Ese estado se transformó en centro de acciones paramilitares desde el 2014. Ahí está gran parte del acumulado, la infraestructura -en marzo fue desmantelado un campamento- y la experiencia práctica. Desde el inicio de este ciclo allí se agudizaron las amenazas sobre la población, los comerciantes, los transportistas, los toques de queda, el cierre prolongado de acceso a zonas -como al Municipio Andrés Bello, durante dos semanas- y los ataques sobre cuarteles militares y de la policía. Concentración de fuerza y de simbólica: la “épica gocha” debe servir como incentivo para el resto del país, como un efecto moralizados. Para eso los videos, las declaraciones, las imágenes.
Táchira como retaguardia, ejemplo, y punto desde donde agudizar el saboteo de alimentos para el país, como se vio en las imágenes de ataques a camiones transportando comida. La táctica ha sido atacar sobre la troncal 5 que sale desde San Cristobal hacia Caracas -con agresiones a altura de La Pedrera y de Socopó, por ejemplo-, y la troncal 1, que parte desde San Cristobal hacia El Vigía. Atacar la distribución y abastecimiento de comida ha sido una constante desde hace años que ha generado desgaste en la gente. Intentan profundizarlo en esta fase insurreccional.
Además de en la retaguardia, se han multiplicado los puntos de despliegue paramilitar en el país. Trazando una línea desde San Cristóbal hacia Caracas se puede construir un eje que pasa por Mérida -El Vigía, Tovar, por ejemplo-, Barquisimeto, Valencia, hasta llegar a Los Teques y San Antonio de Los Altos. También una línea que une a través de Socopó, Barinas, Guanare, hasta Valencia. Sobre esos ejes se han desplegado -o están en preparación- acciones similares: ataques a instituciones públicas, incendios de transportes, locales del Psuv, territorios populares/chavistas, destrozos y robos a comercios, terror sobre la población, barricadas prolongadas, ataques con armas de fuego a policías, guardias, cuarteles, asesinatos de chavistas y de los propios manifestantes de la derecha.
En ese plan entra la inserción de paramilitares en Apure, el incendio de autobuses en el estado Bolívar, el intento de mostrar territorios liberados y bajo control, como San Antonio de Los Altos. Se trata de un plan insurreccional que multiplica los focos en varios puntos del país, se desplaza sobre el territorio con fuerzas de choque, busca cercar Caracas, el oeste, el Palacio de Miraflores. La guerra no está por venir, la guerra está en desarrollo. No hay que esperar el desembarco: los elementos militares ya están desplegados sobre el territorio.
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Las guerras se preparan. El desarrollo del entramado paramilitar también. Lo explica Zambrano, militante de la Corriente Revolucionaria Bolívar y Zamora: entre los paramilitares del año 2002 o 2008 y estos que ahora están en acción existe diferencias. Ya no se ven pintadas de la Autodefensas Unidas de Venezuela, ni se trata -exceptuando casos como el de Guasdualito- de fuerzas traídas desde fuera. Ha existido un proceso de enraizamiento en el territorio, principalmente a través de la captación de bandas criminales.
El proceso, acelerado a partir del 2011, fue el siguiente: detectar a los líderes de bandas criminales -como el caso de El Picure-, darles formación, tecnificar el armamento, cambiar los métodos de combate, de crimen, brindar logística, retaguardia, incorporarlos a una estructura. Para afuera hampa común. En lo invisible, parte del entramado paramilitar, con jerarquías, tareas. El proceso de formación también se dio con jóvenes de partidos políticos, como Lorent Saleh, enviado a Colombia a recibir entrenamiento para luego aplicarlo en Venezuela.
Por eso resulta difícil identificarlos. No usan nombres, ni insignias, ni asumen la responsabilidad de los actos. Al contrario: atacan, queman, matan, y acusan al chavismo de la responsabilidad de los hechos, como se vio en varios videos -como en Carrizal. La disputa es por el sentido de las cosas. Luego de amenazar a los comerciantes con quemarles los negocios en caso de abrir, filman las santamarías bajas afirmando el carácter “patriótico” de los comerciantes quienes se abrían sumado espontáneamente al paro. El paramilitarismo es entre otras cosas un método. Se ha multiplicado por todo el territorio. Este lunes llegó, por ejemplo, al municipio Baruta.
¿Quiénes actúan en cada caso? ¿Son paramilitares, bandas criminales con dirigente que son parte de una estructura paramilitar, hampa común reclutada y pagada para confrontar, gente que espontáneamente se suma? ¿Dónde empieza uno y dónde termina el otro? En la confusión está la táctica. No se dejan ver, pero matan, queman, disparan, disputan territorios. Como el truco del diablo, como decía Charles Baudelaire: logró persuadir que no existía.
¿A quiénes responden? La estructura de confrontación callejera, de paramilitarismo venezolano, está dirigida centralmente por Voluntad Popular. Junto a Primero Justicia, son los dos partidos que tomaron la dirección de la escalada insurreccional. Las alianzas en los estados llaneros son centralmente con los ganaderos, quienes financian parte de las acciones. La última retaguardia está del otro lado de la frontera: en Colombia.
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¿Hasta dónde? Lo que está en marcha son acciones de carácter militar, con logística, infraestructura, armamento, y preparación acorde para eso, apoyadas y potenciadas por un andamiaje comunicacional que genera confusión, miedo, rumor. Se han multiplicado por el país, y, por lo que indican los últimos acontecimientos, van a continuar sucediendo. Serán reforzados desde fuera en caso de ser necesario, como en Guasdualito. El ejemplo del lunes en Barinas muestra la magnitud y potencia de lo que está en desarrollo: ataque y quema a seis estaciones de policía, local del Psuv, Cne, Inces, Invi, centros comerciales, más de diez trancas en zonas populares, intento de penetrar en el destacamento de la Gnb.
Los ataques apuntan centralmente a los flancos del chavismo que la derecha define como fuertes: la unidad institucional -defensoría, Tsj, Fanb etc.-, la estructura de dirección -con acoso y escarnio a familiares-, los barrios populares -como en el caso de El Valle o Barinas- y ahora la toma de instalaciones militares. En esa lógica se puede seguir el hilo de los acontecimientos.
Es parte del plan que presiona, intenta inundar de una violencia cada vez más fuerte, como el caso del joven que fue linchado y prendido fuego en Altamira, o el número de víctimas que se incrementa a cada nueva acción callejera de la derecha. Lo necesitan para fracturar la sociedad de odio, para escalar en la insurrección, y para su frente exterior, del cual esperan una intervención mayor. ¿Qué tipo de intervención? Tal vez la lógica de esperar el gran acontecimiento sea equivocada, y la intervención ya está en marcha y es, como el paramilitarismo, invisible.
Fuente: https://hastaelnocau.wordpress.com/2017/05/24/analisis-del-esquema-de-la-ofensiva-paramilitar/