Venezuela: Es hora de repensar la Revolución

La eficacia y la eficiencia no se reducen a un problema técnico o de gerencia pública, es ante todo un problema político ciudadano, una postura coherente frente a los ritmos y tiempos de la transición hacia la nueva sociedad socialista, indicó Chacón.

Sin duda, Hugo Chávez marca la agenda política venezolana. Cada vez que habla de crítica y autocrítica, el tema se pone de moda y muchos aprovechan para hacer su catarsis, sacudirse las angustias, las frustraciones, para seguir en el mismo lugar donde habíamos comenzado, tras ese giro de 360 grados. Y pocos comprenden que de lo que habla el reelecto presidente venezolano es de la imperiosa necesidad de repensar el rumbo de la Revolución Bolivariana.

Eleazar Díaz Rangel, director de Últimas Noticias se pregunta hasta dónde llegará esa exhortación a la crítica y la autocrítica en la Administración Pública que hizo hace poco el presidente Chávez y recuerda que el proceso de las 3R que también impulsó el Presidente se quedó en puras palabras. Nunca se supo de algún ministerio o dependencia gubernamental que las hubiese aplicado.

Muchos recitan hoy sobre eficacia y la eficiencia, pero para que eso sea posible es imprescindible crear instancias para que los movimientos sociales, las comunas, puedan interpelar permanentemente la gestión pública. Ante todo, hay una burocracia que ni siquiera acepta la crítica: la proyección de políticas públicas deben ser debatidas y evaluadas por el Poder Popular. Lo cierto es que no existen instancias de seguimiento de la gestión pública, ni “un proceso dirigido, organizado, con diferentes fases e instancias, susceptible de ser evaluado y medido de alguna manera en sus resultados”, señala el analista Néstor Francia.

El sociólogo Javier Biardeau señala que no se puede reducir el asunto a que luego de 6 años de plan y leyes socialistas, reconozcamos que el problema es sólo de “eficiencia”, que es una medida de optimización o de rendimiento, sin tomar en consideración asuntos de eficacia, efectividad, aceptabilidad y calidad revolucionaria de las políticas públicas.

“El asunto son las tareas políticas y socio-técnicas de la revolución democrática y socialista. Sin lucha a fondo contra el burocratismo, sin distinguir a un gobierno de inspiración socialista de cualquier gobierno populista o burgués, sin resolver problemas a la vez que acumular fuerzas, nos quedaremos en la lucha por los votos, que cada vez crecen con menos empuje. Por algo será”, añade.

Jesse Chacón, ex ministro y hoy cabeza de una encuestadora, señala que un estado que hoy es dirigido por una fuerza revolucionaria, tiene como ruta obligada, balancear el conjunto del sistema hacia un modelo socio céntrico, lo que requiere una nueva concepción de lo público y la gestión de las políticas públicas, donde no sean pensadas solo como lo estatal, sino como una intersección, o ámbito creado conjuntamente entre el estado y los actores sociales.

La eficacia y la eficiencia no se reducen a un problema técnico o de gerencia pública, es ante todo un problema político ciudadano, una postura coherente frente a los ritmos y tiempos de la transición hacia la nueva sociedad socialista, indicó Chacón.

Este es uno de los principales problemas: la participación popular. Hasta ahora nadie consideró necesario ofrecer algún balance sobre expectativas y logros. Si uno se basa en la información oficial u oficiosa, todo parece haber resultado según lo planeado. Pedir balances y cuentas pareciera ser de contrarrevolucionarios.

El gobierno son ellos


Fue el propio Chávez quien habló de crítica y autocrítica, poniéndose en la posición de intermediario entre el (su) gobierno y los reclamos populares. Como si una cosa fuera la figura presidencial y otra, diferente, ineficiente e ineficaz, el gobierno.

En la primera reunión ministerial después de las elecciones presidenciales, el mandatario Hugo Chávez exigió a su gabinete ministerial acelerar y promover en todo el país la creación de las comunas socialistas, porque “son la instancia necesaria para lograr la transformación del Estado hacia un estado comunal, donde el pueblo pueda ejercer a toda capacidad el Poder Popular”. Chávez recordó que recientemente firmó un decreto donde se instruía la creación de un ente superior de las comunas. “¿Dónde está? No ha funcionado”, comentó.

Chávez aspira a que 68% de los venezolanos viva en 3.000 comunas en 2019, pero para la consolidación de un nuevo modelo de Estado no bastan leyes, decretos o dinero, pues la participación ciudadana en la gestión pública marcha al ritmo de cada una de las comunidades organizadas y las imposiciones no prosperan ni siquiera entre los convencidos.

Hasta hace muy poco, la oposición defendía las misiones y los Consejos Comunales, afirmando que serían integrados a sus políticas del “progreso”, pero hoy dicen que son inconstitucionales porque el Presidente afirmó que la base del desarrollo deben ser las Comunas.

El politólogo Nicmer Evans señala una contradicción ya que se habla de las Comunas y el Poder Popular como base estructurante del socialismo, pero no se confía en las bases para la elección de candidatos con liderazgo propio para que sean los candidatos del PSUV.

Ante sus ministros y como en una clase magistral, Chávez reiteró que la carretera o el ferrocarril no es un objetivo en sí mismo, “el objetivo es cambiar toda la relación geográfica-humana-socio-territ

orial y cultural de las inmediaciones a lo largo de un eje determinado, con proyectos de desarrollo comunal”.

Y les dejó en claro que “la construcción de una carretera en terrenos ociosos, ayuda al capitalismo. Tenemos que tener proyectos transformadores (…) Delante del país lo pregunto (…) ¿Será posible hacer esto? ¿Se entiende que con estas reflexiones estoy dando una orden para que hagan ajustes, trabajen de verdad en equipo y se comuniquen? Tenemos que darle el máximo valor agregado a un proyecto, creo que hemos venido inyectando recursos, hemos tenido nuevos códigos, leyes de consejos comunales, pero al parecer no le hacemos caso a nada de eso; nosotros que somos los responsables de ello”, añadió.

Clase política, diálogo


Hay muchos indicios sobre el agotamiento de la clase política chavista, entre ellas el descontento originado por algunas de las candidaturas para gobernaciones. El sociólogo Reinaldo Iturriza señala otro indicio: el oficialismo se siente muy cómodo “representando” al pueblo chavista, reduciéndolo a “beneficiario” (a objeto de políticas). Buena parte del pueblo chavista no es capaz de reconocerse en este “oficialismo”, cuyas prácticas le producen algo parecido a la urticaria, indica.

Desde parte del oficialismo y desde parte de la oposición se vuelve a insistir en la necesidad de un diálogo, que parece posible si se orienta a temas de interés común, de un corte técnico antes que meramente político.

Para la socióloga Maryclén Stelling “Las posibilidades de diálogo existen, pero limitadas a temas. La oposición pensó que con sus seis millones de votos, podía negociar el socialismo del siglo XXI y Chávez dejó clarísimo que eso no era negociable. Hubo un engolosinamiento de pensar que podían negociar eso”- Sostuvo que la dirigencia opositora no tiene la capacidad de decodificar las claves políticas de la Venezuela actual y por ello hay la dificultad de profundizar el diálogo que abrió el presidente, luego de ganar las elecciones.

Y también dejó en claro que no hay que abusar del vocablo socialismo: “Soy enemigo de que le pongamos a todo socialista. Avenida socialista, estadio socialista, panadería socialista, Miraflores socialista. Ya eso es sospechoso. El que lo hace cree que cumplió porque le puso a algo socialista. No puede ser”, añadió el mandatario, Ojalá que sus ministros hayan prestado atención.

- Aram Aharonian es periodista y docente uruguayo-venezolano, director de la revista Question, fundador de Telesur, director del Observatorio Latinoamericano en Comunicación y Democracia (ULAC).

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