En la edición de la primavera [boreal] de 2016 YES! Magazine ofreció artículos sobre el tema "Después del petróleo". Bill McKibben, fundador de 350.org, escribió que respecto al cambio climático, el problema esencial no es la "industria versus los ecologistas o los republicanos contra los demócratas. Es la gente en contra de la física". Por esa razón, los compromisos y compensaciones típicas que se ofrecen en la mayoría de los debates sobre políticas públicas no van a funcionar porque "es inútil hacer lobby con la física". ¿Qué nos dice la física? McKibben informó que "tenemos que mantener bajo tierra el 80 por ciento de las reservas de combustibles fósiles que conocemos", con el objetivo de conservar el movimiento “Mantenerlo en el Suelo” (Keep It in the Ground), que comenzó hace cinco años.
En ese momento, McKibben informó que los ecologistas dedicados a la política climática se centraron en la reducción de la demanda. Este enfoque ha estado haciendo "progreso lento pero constante". La reducción de la demanda estaba funcionando, pero no lo suficientemente rápido, por lo que el movimiento Mantenerlo en el Suelo se centró en plantear políticas climáticas. "Tenemos que dejar los combustibles fósiles en el suelo", clamó McKibben. Las concentraciones restantes de combustibles fósiles del mundo pueden ser entendidas como "pozos de dinero" –carbón, gas y petróleo sin explotar que podrían valer 20 billones de dólares– o como "bombas de carbono", que si se utilizan pueden destruir el planeta. Por esta razón, el movimiento Mantenerlo en el Suelo se ha opuesto al oleoducto Keystone y lo que habría sido la mayor mina de carbón del mundo en Queensland, Australia, mientras aboga para que los colegios y universidades, asociaciones médicas e iglesias de todo el mundo abandonen los combustibles fósiles. El bloqueo de las tuberías, escribió McKibben, corta el fusible de la bomba de carbono, mientras las campañas de desinversión han "impulsado la necesidad de mantener el carbono bajo tierra desde la periferia hacia el corazón del establishment del mundo".
Con alternativas a los combustibles fósiles cada vez menos costosas, "para ganar no necesitamos esta lucha por siempre", escribió McKibben. En cambio, si podemos mantener a raya el desarrollo de combustibles fósiles "por unos cuantos años más... habremos hecho irreversible la transición a la energía limpia".
Esa transición fue el tema central del artículo de Richard Heinberg, quien informó sobre lo que EEUU podría hacer en los próximos diez años para la transición a un 100 por ciento de energía renovable. Heinberg, Senior Fellow en el Instituto Post Carbón, escribió que la transición a la energía renovable sería "aditiva" e "impulsada por la oportunidad, no la política, a diferencia de las transiciones energéticas anteriores". Por ejemplo, todavía usamos leña, incluso después de la adición de carbón y otras fuentes de energía. Por el contrario, el cambio hacia las energías renovables implicaría desplazar el comercio de nuestras fuentes de energía dominantes en la actualidad hacia las alternativas, "que tienen características diferentes” e implican "fuertes" desafíos.
Heinberg y su colega David Fridley, un científico del Programa de Análisis de Energía del Laboratorio Nacional Lawrence Berkeley, han analizado y evaluado una variedad de planes ya formulados para la transición a un 100 por ciento de energía renovable. El artículo de Heinberg en YES! Magazine proporciona un resumen de tres "niveles" de cambio, a la medida de Estados Unidos. El primer nivel se centró en lo que puede hacerse "de forma relativamente rápida y barata", escalando hasta el tercer nivel, que implementarlo implica "un “esfuerzo sostenido, largo y caro".
En primer lugar, la transición sería un pistoletazo de partida al cambiar la producción de electricidad a partir de fuentes de carbón a fuentes eólicas y de energía solar. Una vez que la energía solar y eólica generen la electricidad, "tiene sentido electrificar gran parte de nuestro consumo de energía, tanto como podamos", escribió Heinberg. Junto a la adaptación de edificios a la eficiencia energética y el aumento de la cuota de mercado de los alimentos orgánicos locales, el nivel de los cambios "podría lograr al menos una reducción del 40 por ciento de las emisiones de carbono en 10 a 20 años".
Las "cosas difíciles" incluyen algunas de las consecuencias de cómo la energía eólica y la solar difieren de los combustibles fósiles. Debido a que el sol y el viento proporcionan energía intermitente, cuando se conviertan en nuestras fuentes de energía primarias tendríamos que "acomodar la intermitencia", por ejemplo, aumentando significativamente "el nivel de la red" de almacenamiento de energía y midiendo el tiempo del uso de energía para coordinar con la disponibilidad de luz solar y energía eólica. Aunque la mayoría de las manufacturas ya funciona con electricidad, el proceso de muchas materias primas requieren combustibles fósiles, como la minería o el transporte. Será necesario "un esfuerzo considerable" para reemplazar los materiales industriales basados en combustibles fósiles. Alcanzar este nivel de cambios lograría "reducir en aproximadamente 80 por ciento las emisiones" en comparación con los niveles actuales, informó Heinberg.
Hay un tercer nivel de "cosas muy duras". El hormigón actualmente es fundamental para todo tipo de construcción. La fabricación de cemento –ingrediente fundamental del concreto– requiere altas temperaturas. En teoría, esta podría ser proporcionada por la luz solar, electricidad o hidrógeno, pero este cambio supondría "un rediseño casi completo del proceso", informó Heinberg. Del mismo modo, la eliminación de toda la participación de combustibles fósiles en nuestro sistema alimentario requeriría no sólo de alimentos orgánicos locales (como se señaló antes), sino también el rediseño del sistema alimentario "para minimizar el procesamiento, embalaje y transporte". En el sector transporte, es "posible" la pavimentación y reparación de carreteras sin el asfalto basado en el petróleo, pero requeriría un "rediseño completo" de procesos y equipos. Los combustibles de aviación no tienen buen sustituto y el transporte aéreo podrían tener que ser relegado a un "modo de transporte especial", escribió Heinberg. En conjunto, sin embargo, superar estos aspectos más difíciles de la transición a la energía renovable podría llevarnos "más allá de las emisiones cero de carbono".
Antes y después de la Conferencia sobre Cambio Climático de Naciones Unidas que tuvo lugar en París en diciembre de 2015, los medios de comunicación populares y corporativos ofrecieron una cobertura limitada del movimiento Mantenerlo en el Suelo y de sus problemas. Un artículo del Huffington Post citó a Christiana Figueres, secretaria ejecutiva de la Convención Marco sobre el Cambio Climático de la ONU, diciendo: "Tres cuartas partes de las reservas de combustibles fósiles tienen que permanecer en el suelo", una posición que ilustra, de acuerdo con el artículo, "cómo se está moviendo ‘aguas arriba’ el discurso" sobre el control de las emisiones a la limitación de la producción de combustibles fósiles. En enero de 2016, la revista Time publicó un breve artículo científico sobre un informe de la revista Nature, donde se afirma que si el mundo desea evitar el aumento de la temperatura global en más de dos grados centígrados no podría utilizarse el 80 por ciento de las reservas de carbón, la mitad del gas y un tercio de las reservas de petróleo. Sin embargo, notablemente la cobertura de Time de este informe –apenas cinco frases en total–, se basa por completo en un artículo mucho más detallado sobre los hallazgos, publicado originalmente por The Guardian.
Fuentes:
Bill McKibben, “Why We Need to Keep 80 Percent of Fossil Fuels in the Ground,” YES! Magazine, February 15, 2016, http://www.yesmagazine.org/issues/life-after-oil/why-we-need-to-keep-80-percent-of-fossil-fuels-in-the-ground-20160215.
Richard Heinberg, “100% Renewable Energy: What We Can Do in 10 Years,” YES! Magazine, February 22, 2016, http://www.yesmagazine.org/issues/life-after-oil/100-renewable-energy-what-we-can-do-in-10-years-20160222.
Estudiante investigador: Janzen Adisewojo (San Francisco State University)
Evaluador: Kenn Burrows (San Francisco State University)