Vocera de la ACES y Ola Feminista: “Es el comienzo de un cambio cultural”

[resumen.cl] La irrupción del movimiento feminista chileno se ha potenciado fundamentalmente por sus orígenes en el movimiento estudiantil. Primero a nivel universitario, las denuncias de acoso, abuso y violaciones fueron dando paso a las demandas actuales del movimiento, a las que se comenzaron a sumar con fuerza las secundarias. Tras semanas de movilización, el movimiento feminista chileno ha cristalizado su demanda en la urgencia de contar con protocolos contra estos casos y en la necesidad de construir una educación no sexista. Lo que sin duda constituye un revolucionario cambio cultural. Amanda Luna, parte del centro de Estudiantes del Liceo Manuel de Salas , es también vocera de la ACES. En conversación con Resumen, la secundaria explica los orígenes de la potente movilización y como el estallido social ha planteado nuevos desafíos al movimiento feminista.  

¿Cómo fue la experiencia de componer la mesa del CEAL de tu Liceo?

Bueno, la verdad es que es algo complejo pues hoy en día la gran mayoría de los centros de alumnos tienen una perspectiva muy clientelista, como organizar ciertos eventos para las y los estudiantes y hasta ahí llega su rol. Sin embargo, dentro mi liceo lo vemos de una manera totalmente distinta, pues creemos que el CEAL es el encargado de organizar a las compañeras y compañeros en pos de los fines comunes que se necesiten. Ahí también es complejo la situación en la que nos vemos con nuestras compañeras y compañeros, pues los CEAL de los últimos 3 o 4 años de nuestro liceo no han sido capaces de ser un real ente representativo y organizar al estudiantado y la comunidad en sí. Obviamente, esa presión está presente en el grupo y no sólo por nuestras compañeras y compañeros, sino también por nosotros y nosotras mismas que entendemos nuestras motivaciones desde ahí, o sea, desde la necesidad de ser realmente un grupo representativo. Ha sido un proceso súper intenso, pues ha significado conversar en torno a muchas propuestas y también poder sobrellevar esas discusiones. Igual ha sido un proceso muy lindo pues igual es bonito encontrarte y trabajar con personas que tienen un mismo fin.  

¿De qué manera nació la idea de generar un protocolo anti-acoso?

Esto ocurre en torno a un hecho muy puntual. A finales del año 2016 un grupo de compañeras, que en este tiempo estaban en 1°N, eran constantemente víctimas de acoso por parte de su profesor jefe. Estos hechos fueron reiterados durante todo el año, y cuando las compañeras cuando se dieron cuenta que esto evidentemente no era correcto, decidieron hacerle saber la situación a las autoridades del liceo. Primero lo comentaron a su exprofesor jefe, que se supone que es una persona en la que ya tienes más confianza. Sin embargo, este profesor les da espalda pues era amigo del acusado, dejándoles en claro que “no era problema de él”. Luego van donde el jefe de ciclo o inspector, después donde el director, hasta que ya finalmente van las apoderadas a hablar. Las autoridades defendían al profesor diciéndoles que "él era así", "es muy simpático con los estudiantes, pero que no se preocuparan que ellos iban a hablar con él y lo iban a solucionar". Esto, evidentemente, nunca pasó. Por lo tanto, las compañeras, al no tener otra forma de seguir abordando el problema, habiendo agotado las instancias oficiales, no tuvieron otro medio que hacer pública la denuncia colgando un lienzo desde el 2do piso haciendo alusión a la situación. Esto obviamente causó muchísimo conflicto en el liceo y los cuestionamientos hacia las compañeras ya no llegaron solamente desde los directivos, sino también de los propios compañeros con los que compartían día a día, quienes les recriminaban desde que “estas no son formas de hacerlo” o que “le van a cagar la vida al profe”, hasta que “porque son tan extremistas”. Por lo tanto, cuando vemos esto, evidentemente nos damos cuenta de que en temas de género estábamos muy atrasados como comunidad educativa. Más allá de que como se diera el conflicto entre las partes, fue importante para nosotras y nosotros el cómo se sentían las compañeras con la situación. Es fuerte que a ti como mujer te cuestionen lo que sentiste y viviste, es un proceso súper violento y fuerte. En ese sentido, a finales de ese año, llegamos a la conclusión que no existe ningún tipo de protocolo para abordar el acoso, pues no está tipificado por la ley, y las autoridades no sabían qué hacer con la situación. Finalmente, tuvo que pasar a un sumario de la Universidad de Chile, que era algo completamente ajeno a nosotros, no entendíamos cómo funcionaba y nunca nadie nos explicó. Tuvimos que conformarnos con eso aunque no quisiéramos. Fue ahí cuando al año siguiente, principios del 2017, no sólo entramos con la idea que se debía abordar como comunidad los temas de género, sino también debíamos construir un protocolo para evitar los acosos. Si bien sabemos muy bien que eso no va a solucionar las problemáticas que hoy día tenemos, también tenemos muy claro que no es posible que no sepamos qué hacer en estas situaciones, por lo tanto se creó una comisión multiestamental, con todos los estamentos de la comunidad educativa para la construcción del protocolo, pues sabíamos que esto era tarea de toda la comunidad. Así fue como, desde la experiencia que tuvieron que pasar las compañeras, se empezó a trabajar en torno a este protocolo. Vemos como en la sociedad chilena ese tipo de violencias no está tipificada por la ley, por la tanto también urge la necesidad de crear formas de abordar esto a niveles mas grandes, paralelamente, a la necesidad de una educación que permita la construcción y deconstrucción de las lógicas machistas, sexistas y patriarcales a nivel país.  

¿Cómo ves al movimiento estudiantil en la actualidad? ¿Cuáles creen que deberían ser sus proyecciones?

Siento que esta coyuntura que se ha generado, que comienza en las universidades, recién está siendo abordada por las y los secundarios, no porque no tengamos problemáticas de género y acoso en nuestros espacios, sino porque simplemente dimos el proceso después. Es un fenómeno cultural, social y político súper potente, que es necesario comenzar a dar. Ahora -lo que a mi me preocupa- es algo que no estamos viendo desde los secundarios sino más bien desde las y los universitarios, y tiene que ver más bien con cómo se dan los procesos. Entendemos que la construcción de protocolos es necesaria, pero en realidad no vienen a solucionar la totalidad de problemáticas que vivimos no sólo en los espacios educativos. Personalmente, creo que ésta no es una discusión que se tenga que dar solamente en universidades y liceos. Las universidades, que son los espacios desde donde comenzaron estas protestas, igual son espacios súper privilegiados y elitistas, entonces también tenemos que ver cómo le damos un vuelco a este movimiento que va más allá del movimiento estudiantil sino que engloba al movimiento feminista en sí y el cómo lo transformamos en un feminismo de clase real, entendiendo que es la mujer trabajadora y las disidencias sexuales la más explotada dentro de todo esto. Hoy en día estamos aún en proceso de construcción en los colegios y universidades y todavía no hemos sabido rescatar estas problemáticas que personalmente creo urgente atender. No existe articulación a nivel nacional en torno a lo que está sucediendo y es obvio que es muy difícil porque todas estamos trabajando en nuestros espacios, construyendo, organizándonos, movilizándonos y ocupadas en todo eso. Entonces es necesario comenzar a generar esa articulación desde ahora ya y darle forma. Sin embargo, también veo que el movimiento tiene muchas cosas positivas, como visibilizar una temática que, si bien siempre ha estado presente a lo largo de la historia, ahora se nos viene a presentar como algo urgente, de un día para otro, y que sabemos tenemos que cambiar ahora ya. No puede marginar a nadie. Es tanta la violencia que recibimos las mujeres y la disidencia sexual, tan potente, que alguien que escuche esto no puede hacer oídos sordos. Es el comienzo de un cambio cultural, pero también hay que saber darle forma como movimiento estudiantil y ahora como parte de los estudiantes secundarios, siento que es nuestro rol. Creo que, más allá de vincularnos con los universitarios, debemos unirnos con los otros estamentos de nuestros establecimientos, con profesores, con funcionarias y funcionarios, con los auxiliares y también ser capaces de salir de nuestro tema educativo y trabajar desde nuestros territorios, en sindicatos, en los diversos movimientos sociales. Ese es el vuelco que debería dar el movimiento estudiantil: dejar de ser movimientos sociales aparte, tan disociados, movimiento Ni Una Menos por allá, movimiento No + AFP por acá, movimiento estudiantil por acá, por movimiento Salud para todas y todos por acá, sino más bien dar una configuración como movimiento popular. Obviamente, esto es muy a largo plazo, pero siento que esa debería ser la proyección de los movimientos sociales en sí.  

¿Cuáles son las dificultades que puedes visualizar entre la proyección de las demandas históricas de gratuidad y no sexismo en la educación contra las políticas y perspectivas del gobierno actual?

Es muy complejo ya que este es un gobierno sumamente conservador que pone trabas a los proyectos de ley de aborto, a los proyectos de identidad de género. Entonces, que ahora venga a decirte que está a favor de la educación no-sexista, que salgan las voceras de gobierno a decir que están a favor de las tomas, incluso que Evelyn Matthei salga diciendo que los extremos son necesarios, es complejo porque demuestra como te están cooptando, como están capitalizando toda tu movilización. El movimiento estudiantil está pidiendo educación no sexista y protocolos y al gobierno no le molesta darte educación no-sexista y protocolos. Ahora, evidentemente, a qué educación no-sexista se refieren es otra cosa. No es la educación que queremos, desde el Estado, sino la educación que queremos construir desde las comunidades, pero a ellos no les molesta salir a responderte eso y buscar bajarte tu movilización. De hecho, el alcalde de Santiago Centro ya sacó una propuesta de educación no sexista y es muy buena, con tan sólo decirte que hay un punto solo de gente trans, sus nombres sociales, el que puedan vestirse como quieran, baños mixtos, entonces te ponen entre la espada y la pared y tienes que llegar a conflictuar con su agenda valórica también. Es obvio que hay cosas que ellos jamás van a ceder y aceptar, pero el cómo están abordando el tema a nivel comunicacional es muy inteligente de su parte, por lo tanto nosotras y nosotros también debemos ser inteligentes ante lo que construimos y cómo somos capaces de poner al gobierno entre la espada y la pared ante la gente.  

¿Cómo recibes esta nueva ola de protestas contra el acoso y la libertad de decisión? ¿Cómo crees que debería vincularse el movimiento feminista con otros actores sociales?

Hoy el movimiento estudiantil es el movimiento feminista en las universidades y colegios. Es potente lo que se está viviendo en los espacios. Situaciones que de un día para otro comienzan a tener mucha fuerza y comienzan a salir a la luz, y el cómo como compañeras tenemos que darnos esa contención emocional para apañarnos, construir en conjunto, es algo que se nos vino de un día para otro. Pero siguiendo lo que decía, el cómo deberíamos vincularnos a otros movimientos, es finalmente darle un giro de clase al movimiento. Obviamente, entendiendo la hegemonía que tiene el sistema neoliberal, es algo complejo de hacer, pero eso debería ser a lo que apunte el movimiento feminista hoy en día. Vincularse concretamente con otros movimientos sociales, partiendo como base desde los trabajadores y trabajadoras. Y así también atender las problemáticas de la mujer migrante, la mujer mapuche y nunca dejar de lado la disidencia sexual, a las compañeras lesbianas, los compañeros gays, los trans. La invisibilización es un tema que hay que abordar desde ya en el movimiento feminista.  

Desde la ACES ¿Cómo ven el movimiento de secundarias frente al acoso y la educación no sexista en los liceos?

El movimiento para nosotras igual empezó el año pasado. De hecho, la coyuntura para los secundarios fue efectivamente ésa, una coyuntura de género, pues en los liceos sonaban denuncias de acoso y abuso y donde la respuesta fue echar a los profesores, pero rotándolos a otros colegios. O sea, los profesores cambiaron de colegio, de hecho a colegios cercanos. Por lo tanto igual tenemos algo avanzado ya en ese sentido. Sin embargo, nosotras nunca pensamos que esta coyuntura iba a ser tan grande, entonces igual nos sentimos en deuda pues aún no somos capaces de llegar a liceos y colegios donde esto todavía no se discute ni es tema. Son muchísimos los liceos que aún no tienen los espacios para discutir y que tampoco se dan cuenta de estas violencias que están viviendo las chiquillas, entonces esa vendría a ser nuestra pega como secundarias y secundarios. Yo siento que, igual en comparación a los universitarios, somos más articulados y tenemos mas herramientas para organizarnos. Y como dije anteriormente, creo que toda esta cultura de la violencia no se va a resolver con protocolos o incluso hablando de “educación no-sexista” sino que tiene que ver con la articulación con otros actores sociales. Entonces ahí creo que está el reto, como construir en nuestros espacios y al mismo tiempo como coordinar con otras organizaciones de la sociedad.
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