En este número:
Avisaje Estatal en los medios de comunicación (Bruno Sommer Catalán, El Ciudadano)
Población Esperanza: De pronto los pobres en la ciudad
El Empobrecimiento tras la exitosa industria forestal
Trabajadores de la Salud Pública. desde la resistencia hacia la salud que queremos.
Un Nuevo 1º de Mayo, a poner fin a 33 años de precariedad y abusos.
Trabajadores de la Pesca: la necesidad de una política de recuperación pesquera.
Nuevo Terminal portuario para Talcahuano: nuevas proyecciones de trabajo.
Las Columnas de Óscar Sanzana, Lola Mento y Ariel Ríos
Editorial:
Resumiendo
Ahora los trabajadores.
La conmemoración este 1° de Mayo de un nuevo Día Internacional del Trabajador, pone de relieve las exigencias de reformas que los trabajadores han formulado en las jornadas de lucha de los últimos años. Exigencias que han estado originadas por las condiciones en que se desarrolla el mercado laboral y por las limitaciones que tienen los trabajadores para reclamar por sus derechos.
Las características de abuso y explotación laboral son uno de los caudales de donde nace, crece y se multiplica la desigualdad social. Desigualdad que pretende ser reducida mediante reformas urgentes y necesarias al modelo tributario, lo que no es suficiente. De igual importancia que la reforma tributaria es la reforma educacional y en ese mismo nivel debiera estar la reforma laboral como una necesidad perentoria para mejorar las condiciones en que los trabajadores se encuentran y, por esa vía, reducir los niveles de abuso y la grotesca desigualdad social.
Poner término a la herencia legislativa contra los trabajadores instalada por la dictadura a través del Plan Laboral, instaurado en 1979 y consagrado en un cuerpo legal en 1981, es una condición ineludible de la hora presente. Esta obligación no puede seguir siendo disimulada ni camuflada con seudo reformas, leyes de parche y decretos de maquillaje, como ha ocurrido desde 1991 a esta parte.
Las disposiciones laborales de la dictadura no solo clausuraron, conculcaron y dejaron sin efecto los derechos y conquistas adquiridos por los trabajadores durante décadas de lucha, sino que también impusieron las condiciones para impedir y limitar las posibilidades de que puedan organizarse y exigir mejores condiciones de vida, laborales y sociales. El derecho a sindicalización, el derecho a negociación colectiva, el derecho a huelga, entre otros, que fueron los pilares del movimiento social chileno del siglo pasado, fueron limitados y regulados a tal punto que se convierten en inoperantes formalidades.
Este factor, se suma a la existencia de un mercado laboral regulado por disposiciones leoninas del empresariado nacional y extranjero. La subcontratación como práctica de relación laboral, la tercerización como método de reducir costos, la flexibilización como recurso para eludir obligaciones previsionales, la utilización de multi rut como fórmula para impedir la organización de los trabajadores, son algunas de las realidades que es necesario reformar de raíz, cambiar de fondo.
Es el momento de exigir la formulación de un nuevo Código del Trabajo que derogue definitivamente las leyes infames de la dictadura, hechas a molde y medida de los poderosos, y retocada con esmero por los sucesivos gobiernos democráticos. Los últimos retoques de maquillaje laboral fueron hechos el año 2006, es decir, hace más de 8 años, período en el cual los abusos y la desigualdad han aumentado sustantivamente.
Hasta ahora, el gobierno de la Nueva Mayoría no ha mostrado un real interés en la concepción de un nuevo Código Laboral. Su política sigue apuntando al modelo de los retoques aplicado en sus anteriores gobiernos. Su método de enfrentar el problema laboral sigue siendo la cooptación de los dirigentes o representantes; práctica amparada y facilitada por la presencia de miembros de partidos de la coalición en las cúpulas sindicales y gremiales.
Las organizaciones de trabajadores que hasta ahora se han hecho oír son aquellas que, por las razones recién señaladas, se encuentran cercanas a los actuales gobernantes y, por tanto, más susceptibles de ser cooptadas o subordinadas. Estas organizaciones han manifestado exigencias relativas al respeto del Convenio N° 87 de la OIT, que dice relación con el derecho a la libertad sindical y a la protección del derecho de sindicalización, y han hecho exigencias sobre poner término a los reemplazos antihuelgas o rompe huelgas que permite la ley laboral vigente.
Queda por ver la posición y exigencias de los amplios sectores laborales que han sostenido el peso de la movilización de trabajadores en los años recientes y que aún no se han hecho escuchar. Lo que está claro es que la posibilidad de establecer cambios reales en la legislación laboral, como en otros terrenos, dependerá principalmente de la movilización de los propios trabajadores. Fue la movilización constante de los trabajadores de comienzos del siglo pasado lo que llevó a que en 1931 se estableciera el Código del Trabajo en Chile. Fue la movilización del pueblo trabajador la que forjó las grandes transformaciones de la realidad chilena y será, sin duda, el motor de la lucha contra los abusos y la desigualdad.