Ya está en los Kioscos Resumen nº53

Resumiendo

Sin grises ni arcoíris.

Fiel a lo que fue la tónica de su mandato, con parafernalia mediática y adulterando cifras respecto de la realidad, se despidió el gobierno de Sebastián Piñera y su cohorte de gerentes y fachos.

La gira de despedida que realizó Piñera por todo el país haciendo shows y loas de su gestión, aparte de innecesaria, pareció una gira de campaña electoral. Piñera siempre estuvo en campaña y jugando a ser presidente; su despedida forma parte del gustito que se dio de llegar a La Moneda. Tanto le ha  gustado el jueguito que ya ha iniciado las maniobras y compras necesarias para volver a postularse al cargo. La actitud de Piñera no puede llamar la atención puesto que es propia de la arrogancia, la soberbia y la prepotencia de la derecha y los poderosos. Lo que indigna, sin embargo, es que en esta gira de despedida no vacilara en falsear las cifras de reconstrucción post terremoto, en dar por terminadas obras que no se inician o que están a medio terminar, ignorando la realidad y burlándose de las comunidades por donde pasó su campaña. Es burla que Piñera y sus gerentes hablen de un 96 % de reconstrucción, cuando en la práctica, según cifras entregadas por las agrupaciones de damnificados, son alrededor de 500 familias damnificadas no reconocidas por el gobierno que quedarán sin solución habitacional, solo en nuestra Región.

Pero no es solo el manejo del problema de la reconstrucción en que este gobierno se va en deuda. Se va en deuda con una ciudadanía que exigió cambios, que exigió soluciones, que exigió reformas, que se hartó del abuso y solo obtuvo represión, sordera, soberbia, letra chica, arreglines y más abuso como respuesta. Lo de gobierno de excelencia, lo de la nueva forma de gobernar, no pasó de ser un show de política barata y una farsa mediática permanente cuya principal trascendencia fueron los desatinos (piñericosas) que protagonizó el saliente gobernante. Lo único positivo de todo esto es que al menos este gobierno de fachos y gerentes llegó a su término.

Por su parte, el arribo del gobierno de Michelle Bachelet y su coalición de Nueva Mayoría, no lo ha hecho exento de polémicas y desaciertos, dando consistencia al manto de dudas que genera su propuesta. La nominación de algunas nuevas autoridades produjo revuelo y preocupación. No es alentador que antes de comenzar su gestión ya el gobierno de Bachelet haya tenido que remover a tres de sus subsecretarios (Claudia Peirano, en Educación; Víctor Lara, en Agricultura; Miguel Moreno, en Bienes Nacionales) y que otros (como Carolina Echeverría, Sergio Galilea, Marcelo Mena) sean ratificados en sus cargos pese a los cuestionamientos y críticas que ha provocado su designación. Conflictos de intereses, cuestiones legales pendientes, complejas vinculaciones comerciales y profesionales, dudosa moralidad, son algunas de las causas de fondo que han estado presentes en estas conflictivas nominaciones y subsecuentes remociones.

Oportunas denuncias y activas reacciones ciudadanas han empujado estas remociones dando cuenta de una población que no parece estar dispuesta a dejarse engañar ni engatusar por una coalición triunfalista que confunde el rechazo ciudadano hacia el gobierno de la derecha con una aprobación hacia ellos. Por el contrario, los nuevos gobernantes debieran asumir que la población no es materia disponible para sus manejos oscuros y prácticas despreciables. Debieran enterarse que la población tiene muy presente que ya una vez traicionaron las expectativas y esperanzas populares para convertirse en administradores de un modelo económico nefasto y en aventajados beneficiarios de un sistema político antidemocrático y regresivo. La ciudadanía no olvida que la coalición concertacionista estableció alianzas espurias con empresarios y colusiones oscuras con dictadores para mantener un sistema de dominación que atenta contra los intereses del país y de sus ciudadanos.

Los pasos previos del nuevo gobierno anuncian que los concertacionistas no han aprendido nada en estos cuatro años de gobierno de derecha; no han aprendido nada del mensaje que dejaron las movilizaciones sociales de los últimos años. La principal preocupación de los nuevos gobernantes parece ser cómo generar los mecanismos de manipulación y diversionismo para burlar la voluntad popular; no es un detalle menor el hecho de que gran parte de las demandas ciudadanas afectan intereses de conspicuos concertacionistas. Lo mismo ocurre con las exigencias de reformas políticas, puesto que aprovechar los espacios de poder que les otorga la constitución dictatorial, se ha convertido en una especialidad y un vicio de personeros y núcleos de los partidos que integran la coalición pronta a gobernar.

Pero lo decisivo de estos cambios de mando en La Moneda es que la ciudadanía ya ha aprendido la lección. Los cambios, las reformas, las soluciones a los problemas populares dependerán de la decisión ciudadana de organizarse, movilizarse y luchar para ser escuchados y lograr respuestas. Esta vez no habrá arcoíris ni terrores grises que nublen la visión y voluntad de los ciudadanos.



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